José Offerman encontró en La Guaira un balneario para el verano  

Carlos Valmore
Carlos Valmore
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Hace 98 días, el piloto quisqueyano José Offerman se regocijaba porque sus Tigres del Licey se proclamaban ganadores de la Serie Gran Caracas 2023.  Tres meses después conduce a Delfines de La Guaira en la Liga Mayor de Beisbol Profesional.

Es legítimo preguntarse qué hace el mánager campeón del Caribe dirigiendo en un circuito veraniego con dientes de leche, organizado dentro de un país distinto al suyo. Él aceptó responder.

Offerman desmonta el estereotipo del dominicano gozón y bullanguero. Solo ríe bajo tortura y regula los decibeles con su discurso pausado y monocorde. En monacal silencio observa practicar a sus Delfines y apenas si tamborilea los dedos al compás de la salsa que suena de fondo en el estadio Universitario. Su mirada es inescrutable, hasta enigmática. Es más serio que el canal 5, si nos permiten una alusión ochentera a la televisión venezolana.  

No fue la única opción

“Hubo ofertas para dirigir en México, pero no estaba interesado en ir allá”, expone Offerman para Sello Deportivo. “Me hablaron de venir acá y ya tenía un vínculo con la presidencia de la organización, por lo cual todo se dio más fácil. Estoy cerca de mi tierra y la liga se va desarrollando. La competencia es buena. Hay varios muchachos que todavía tienen para jugar y esto irá para mejor porque muchos peloteros van a preferir venir aquí que irse a México, tan lejos de su área. Esa es una ventaja que tendrá esta liga”.

De su respuesta se colige que, si hubiera un torneo competitivo en Quisqueya durante esta época del año, Offerman habría permanecido allá. Extrañamente, el país con mayor excedente de peloteros en la cuenca del Caribe carece de un certamen de verano lo suficientemente atractivo. El timonel de Delfines en la tercera edición de la Liga Mayor asegura que lo habrá dentro de poco.

“Lidom (la liga invernal dominicana) lleva cinco años tratando de crear algo así. Una liga así se necesita”, subraya Offerman. “Mucha gente la está esperando porque hay cantidad de muchachos que, aún teniendo capacidad para jugar pelota, quedan fuera del negocio y les tocar retirarse a una edad más temprana que la que ellos desearían. Esperemos que se dé en un futuro cercano”.

Los tiempos han cambiado para José Offerman

José Offerman fue beisbolista, y de los buenos, Solo ellos pueden pasar quince temporadas en las Grandes Ligas, como lo hizo el hoy estratega de 54 años de edad nacido en San Pedro de Macorís. Antes jugaba y ahora mira jugar. “Estar en el terreno es lo mejor porque tienes el destino del partido en tus manos”, apunta. “Cuando se dirige ordenas las jugadas y no siempre salen como uno espera porque dependes de que los peloteros hagan su trabajo”.

Encabezar a un equipo en el siglo XXI implica familiarizarse con análisis estadísticos avanzados casi desconocidos cuando Offerman jugaba. El mandamás de los Delfines se niega a renunciar de plano a los instintos desarrollados durante años, pero tampoco da la espalda a las nuevas herramientas a disposición para gestionar mejor a su plantel. “Me muevo en ambos lados”, afirma. “Los números ayudan a tomar decisiones, pero el juego cambia mucho y un jugador puede desempeñarse de una manera esta semana y de otra muy diferente la siguiente. Todo eso debe tomarse en consideración, y eso no lo hace una computadora. Se trata de usar las estadísticas junto con el instinto humano”.      

Para los estándares de los tempranos años noventa, José Offerman era un shortstop bateador. Entre 1992 (su primera temporada como campocorto titular en los Dodgers de Los Ángeles) y 1999 promedió para .285, con .369 de porcentaje de embasado. Dos veces comandó la Liga Nacional en triples y fue convocado en dos oportunidades al Juego de Estrellas. “Los tiempos han ido cambiando”, enfatiza. “A veces uno dice, en estos tiempos yo hubiera hecho esto o aquello, pero cada tiempo tiene sello. Esta época habría favorecido mucho a un pelotero como era yo, pero el sistema cambia y hay que seguir disfrutando y transmitiendo lo que uno sabe a quienes vienen subiendo”.

Offerman asegura que el tránsito de jugador a instructor fue plácido, sin llantenes ni aferramientos. “Cuando uno tiene la cabeza bien puesta entiende que ha llegado el momento de dar ese paso y lo acepté sin ningún problema porque ya al final de mi carrera como pelotero activo me estaba sintiendo más coach que jugador”, desarrolla. “A mí se me dio la oportunidad de empezar a dirigir rápido en Dominicana porque los muchachos necesitaban un líder y me pusieron a mí a dirigir y gané ese mismo año”. Offerman permaneció dentro de las rayas hasta los 40 años de edad.  

Justo ahora, Offerman es el coach en jefe de los Delfines, uno de los clubes mejor ensamblados de la Liga Mayor por la presencia de jugadores que son figuras en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional como los exgrandeligas Gorkys Hernández, Carlos Rivero, Wilfredo Tovar, Williams Pérez y Miguel Socolovich. Añadan al lanzador cubano-dominicano Raúl Valdez, el Matusalén de las Antillas. “Contamos con ellos, con esos veteranos, pero también con los jóvenes. Hay experiencia en la ofensiva y el pitcheo”.

José Offerman es un hombre temperamental. Como jugador llegó a blandir un bate contra un pitcher que le asestó un pelotazo y como dirigente lo sancionaron por soltarle una mano a un árbitro en la liga dominicana. “De todo lo negativo uno se arrepiente”, confiesa. “Trato de dejar eso en el pasado y enseñar lo positivo que hay en mí y que se pueden hacer las cosas de la manera correcta”.    

Ganar su primera Serie del Caribe elevó a Offerman en el tabulador de los mánagers de la región. Para él, la tercera fue la vencida. “Había venido dos veces representando a mi país y esta vez lo conseguí”, expresa satisfecho este antiguo grandeliga que aspira a festejar tanto en el invierno como en el verano, con La Guaira como balneario.   

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