Una buena porción de las esperanzas presentes y futuras de los Cascabeles de Arizona están depositadas en Gabriel Moreno. Es la razón por la que el alto mando de la organización no titubeó en entregar a quien cerró la temporada anterior como el jugador más importante de la novena en Daulton Varsho. Y en estas primeras de cambio de la vigente campaña, el receptor está exhibiendo los motivos por los que la directiva de las serpientes tiene tan altas expectativas.
Moreno, de 23 años de edad, tiene una combinación ideal de una gran ofensiva con un trabajo impecable detrás del plato, a pesar de que su transformación como careta llegó relativamente tarde en su trayectoria, pues en un inicio servía como infielder.
Pero fue el potente brazo del larense el que motivó a un scout en particular a sugerir el cambio a la posición número dos. Desde entonces, Moreno se ha establecido como una de las promesas principales de todo el béisbol y más recientemente como la base en la que los Cascabeles esperan construir su futuro inmediato.
Agarrando el «timing»
Luego de sus nueve desafíos iniciales en el presente torneo, Moreno registraba una modesta línea ofensiva de .250/.242/.344, con tres dobles y otro trío de carreras empujadas.
Sin embargo, después de un pobre desempeño ofensivo en sus primeros cuatro compromisos con Arizona, el máscara ha venido recuperando terreno. En sus cinco cotejos más recientes hasta el martes, Moreno marcaba un promedio de .316 puntos, con dos dobles y un par de fletadas.
El despertar con el madero ha sido una señal de alivio para los Cascabeles, que están ansiosos de disfrutar del paquete completo que ofreció el criollo durante su arrollador paso por las ligas menores de los Azulejos. No obstante, mientras esperan por la explosión ofensiva absoluta, en Arizona se están dando banquete con el recital defensivo de la promesa.
Moreno exhibía un «pop time» 1.91 segundos hacia la segunda almohadilla, el tercero mejor entre todos los receptores calificados en las mayores; es decir, le tomaba menos de dos segundos recibir la pelota, hacer la transición de la mascota hacia su mano derecha y ejecutar el disparo hacia la intermedia.
El proceso de transición de la pelota le tomaba 0.71 segundos, la quinta mejor cifra en las Grandes Ligas. Es importante tomar en cuenta que son 30 organizaciones en el máximo escenario, con un receptor titular cada una, además de los suplentes.
Asimismo, la potencia de su brazo tenía un promedio de 81.3 millas por hora en cuanto a los lanzamientos, la décima mejor en todo el béisbol. Por otro lado, Moreno registraba dos carreras salvadas a la defensiva en poco menos de dos semanas del actual torneo.
Control de tránsito en las bases
Quizás la estadística más impresionante de todas hasta los momentos son los tres retirados en intento de robo en igual cantidad de oportunidades. Hasta antes de la faena del martes, nadie le había podido estafar una almohadilla al joven receptor de los Cascabeles.
Los corredores contrarios respetan su brazo de tal manera que apenas han intentado tomar una almohadilla adicional con Moreno detrás del plato en un trío de ocasiones.
Una vez que el nativo de Barquisimeto perfeccione el arte de mascotear para ayudar a que los lanzadores puedan recibir una mayor cantidad de sentencias a su favor y que además pueda comenzar a batear con más consistencia, Moreno tiene el potencial para convertirse en uno de los mejores cinco caretas de todas las Grandes Ligas, tal como esperaban los Cascabeles cuando tiraron del gatillo en aquel cambio con los Azueljos durante el invierno.
Pero como en todo proceso, es importante aprender a disfrutar del trayecto y no solo esperar el resultado final. Hasta los momentos, el camino ha sido muy placentero para unos Cascabeles ansiosos por volver a competir.