Ni la temporada de los Caribes de Anzoátegui, sotaneros y asomados al abismo, ha sido tan agitada como la de Tiburones de La Guaira.
En mes y medio de campaña 2023-2024, sus nuevas autoridades indujeron la renuncia del gerente general subcampeón de la zafra anterior, despidieron al instructor de pitcheo y también a su asistente, cesantearon al mánager y prescindieron de su coach de banco. Y a todas estas los escualos marchan quintos, a juego y medio del tercero, y con una alineación que, líbra por libra, es la más amenazante del certamen, con el Más Valioso de la Liga Nacional al frente.
Demasiados sobresaltos sin necesidad aparente.
Quienes cayeron en este interminable meneo de mata no lo hicieron en los mejores términos. César Collins, quien venía de armar un plantel finalista como gerente general, fue degradado a un cargo inferior desde el cual velara porque “los jugadores tuvieran sus implementos”, tal como lo declaró el propietario de La Guaira, Wilmer Ruperti. Fue un despido indirecto y Collins no se fue en silencio.
“He advertido insistentemente a la alta gerencia sobre lo aventurado de someter las decisiones deportivas a asesores ajenos al beisbol y arriesgar acuerdos contractuales de peloteros de MLB”, declaró Collins en el comunicado a través del cual formalizó su dimisión. “Condicioné mi continuidad a que cesara el persistente cuestionamiento a nuestro proyecto por parte de ese grupo asesor y que han sido designados para ‘complementar’ mi trabajo. Lo anterior evidencia un quiebre y propicia que no podamos avanzar en mejores términos”.
Salida de Edgardo Alfonzo de La Guaira
Edgardo Alfonzo, persona apacible como pocas, tampoco se quedó callado ni puso la otra mejilla al ser relevado como piloto de La Guaira. “De unas semanas para acá, persiste una desarticulación en el plan, entre la oficina y el área técnica”, ofreció en un manifiesto público el exgrandeliga y miembro del Salón de la Fama del Beisbol Venezolano.
“No se me informaban las incorporaciones de pitcheo pendiente, los cambios que se realizan entre los equipos, ni las apreciaciones que yo pudiera tener sobre los nombres presentados en el pasado draft. De todo me iba enterando por las redes sociales… ¡Y era el mánager! Ya no me sentía parte intrínseca del proyecto inicial y creí conveniente que la organización designara en lo inmediato un nuevo líder que continúe con el esfuerzo de llevar a la final a este gran grupo de muchachos que merecen la gloria por fajarse hasta el último out”.
David Davalillo tomó el lugar de Alfonzo mientras se designa al “nuevo” estratega de La Guaira. Lo entrecomillamos porque el principal candidato a asumir al cargo es Oswaldo Guillén, un emblema de la institución y quien ya fue su timonel en el pasado reciente.
Son muchos bandazos en poco tiempo para un elenco con superávit de ofensiva, al mando de la cual está Ronald Acuña Jr., uno de los mejores peloteros del orbe. Diera la impresión de que a este grupo, con figuras como Acuña, Maikel García, Miguel Rojas, Yasiel Puig, Alcides Escobar, Ehire Adrianza y Brayan Rocchio, bastaría con dejarlo jugar en paz para posicionar a La Guaira entre los cuatro primeros. La inestabilidad en La Guaira en nada ayuda a construir un equipo victorioso. Los procesos exitosos son acumulativos, no parten de cero. El efectismo rara vez es efectivo.
Es de lamentar que termine así la primera experiencia de Edgardo Alfonzo como estratega en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Merecía algo mejor. Ojalá quien lo reemplace pueda transmitir calma y propiciar la concentración de los jugadores en lo estrictamente deportivo, lejos de intrigas palaciegas.