Vinotinto femenina: incógnitas tácticas que nos deja la doble fecha de amistosos

Mariangel Ferrebu
Mariangel Ferrebu
Cortesía Prensa FVF
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La Vinotinto femenina tuvo una doble fecha de amistosos en Caracas, donde se midió ante Uruguay sacando dos victorias por la mínima, pero su fútbol no convenció del todo, dejando ciertas dudas a lo que ataque organizado respecta principalmente.

Si bien la línea de 5 con la que viene trabajando Pamela Conti desde los Juegos Centroamericanos y del Caribe parece ser estable, con Nairelis Gutiérrez y Raiderlin Carrasco como carrileras, junto con María Peraza, Yennifer Giménez y Verónica Herrera en el centro de la zaga, queda la sensación que, con pelota dominada, la selección nacional no termina de explotar sus virtudes.

Vinotinto Femenina
La Vinotinto femenina venció por la mínima a Uruguay en dos ocasiones / Cortesía: Liga FUTVE (Yiana Bittar)

La Vinotinto femenina no terminó de brillar por completo

En zona mixta posterior al compromiso, la entrenadora italiana señalaba orgullosa que “han jugado super bien, no tengo nada que reprochar”, pues se había cumplido lo que trabajaron de “buscarles las espaldas porque nos iban a presionar arriba y que el primer pase fuese vertical”, como parte de su planteamiento.

Esto contrasta con sus propias declaraciones minutos más tarde, donde expresaba que quería que sus dirigidas mejoraran “en el manejo de balón, tener más posesión y precisión ante la portería”.

Es válido entonces cuestionarse si la Vinotinto femenina recurrió al balón largo profundo como idea de juego primaria, o bien, porque no encontró más soluciones para poder generar asociaciones en corto.

Sabemos que Conti no es una entrenadora fundamentalista, de aquellas que se casa hasta el final con una misma propuesta futbolística. Saber adaptarse a los contextos y lo que plantea el rival es parte de su discurso, pero ¿apostar por dos estilos tan antagónicos a la vez no influirá en que no se termine de consolidar ninguno de ellos?

Pamela Conti
La seleccionadora italiana, Pamela Conti, suma cuatro años al mando de la selección femenina de Venezuela / Cortesía: Twitter @femeninofvf

En el segundo compromiso era claro que el césped del estadio Olímpico, con las irregularidades ocasionadas por la fuerte lluvia, incidiría en el desarrollo del ‘buen’ fútbol. Incluso Deyna Castellanos afirmó que sentía que le beneficiaría al rival por su estilo de juego, pero en el primer choque fue evidente la misma situación: pelotas en profundidad para generar el mano a mano.

De hecho, el propio Ariel Longo, seleccionador de Uruguay, confesaba su sorpresa al describir a su oponente: una selección que juega en 5-3-2 y que busca tener la pelota para salir jugando, pero a la vez lanzar al vacío. “No lo esperaba”, dijo.

Preocupante es, además, los errores en entregas que ocasionaron pérdidas en zona de iniciación o en finalización, ya sea por errores técnicos o de concepto, ya que en ocasiones se pecó de inocencia a la hora de pasar hacia atrás o en horizontal ante un equipo que intentó presionar más arriba en su segunda presentación. Uruguay supo que era factible forzar el error de la poseedora en esas situaciones claves tan apremiantes.

Poder transformar esa superioridad futbolística en goles, también fue un punto pendiente. La virtud individual y el registro técnico propio parecen ser las mejores herramientas de Venezuela en zona 3, o zona de finalización, por lo que no sorprende que el último de los partidos se haya definido con las soluciones que te aporta Deyna Castellanos, con todo lo habilidosa que es.

Ya antes había amenazado con remates desde media y larga distancia, así como vimos a Raiderlin Carrasco generar desequilibrio con sus centros o diagonales, ilusionarnos con los pivoteos de Ysaura Viso o sus internadas al segundo palo, o el vértigo de Paola Villamizar.

Sin embargo, la sensación final que queda es que Venezuela queda desconectada entre sí y que por eso la solución propia se impone ante lo colectivo. Poder triangular, generar paredes, buscar a la tercera mujer es complicado sin los apoyos cercanos para darle continuidad al juego, generar posesiones largas y líneas de pase.

Es de atender la poca profundidad de banca que se notó en ambos partidos, sobre todo en el segundo, resaltando la línea defensiva donde no había muchas opciones de recambio. No hay que ignorar la alta presencia de futbolistas jóvenes, que todavía no están lo suficientemente consolidadas para obtener tantos minutos en la selección absoluta.

El grupo ahora incluso parece más reducido con la contingencia O’ Neill-Conti, que termina por quebrar un camerino que desde afuera se pensaba sólido y que nos invita a pensar que varias quedarán relegadas del proceso por estas situaciones extradeportivas.

Es cierto y sería injusto no reconocer que la Vinotinto femenina también dejó otras certezas destacables, no obstante, estos puntos parecen de urgencia a resolver de cara a los Juegos Panamericanos, Copa América y otros retos venideros.

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