Misael Urbina, un llamado de sangre

Jose Angel Rodriguez
Jose Angel Rodriguez
Foto: Elio Miranda (Prensa Magallanes)
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Tres meses antes de su nacimiento, Misael Urbina perdió a su padre. Henry Centeno, exinfielder de Navegantes del Magallanes y Caribes falleció en un accidente de tránsito en Boca de Uchire, estado Anzoátegui, en enero de 2002. Desde entonces, Leoncinett Urbina moldeó el futuro de sus hijos Misael y Abrahán trabajando como estilista.

A partir de los ocho años de edad, en su natal Los Guayos, Misael inició un camino en la Escuela de Beisbol Menor Firestone por recomendación de una cliente de su mamá, que le llevó en 2018 a firmar como pelotero profesional con los Mellizos de Minnesota por 2,75 millones de dólares, más $300 mil para sus estudios. En ese momento, fue el cuarto pacto más lucrativo para un venezolano en la historia de los períodos de firmas internacionales.

«Mi mamá ha sido fundamental en mi vida. Mami siempre me apoyó, dio lo mejor de ella, salió a trabajar  para que a nosotros no nos faltara nada. No tengo cómo agradecerle por tantos consejos, por ayudarme, por siempre llevarme por el buen camino», reconoció Urbina a Sello Deportivo en el Estadio José Bernardo Pérez de Valencia, vestido con el uniforme nauta, equipo con el que, al igual que su padre, debutó en la LVBP.

Atrapó su sueño

Los reportes de scouts señalaban que Urbina tenía las condiciones para convertirse en sólido defensor del jardín central y veloz corredor de bases (cubría 60 yardas en 6,3 segundos con 16 años de edad). De ambas cualidades, dejó evidencia en el sexto inning del juego del viernes contra Cardenales, en Barquisimeto. Primero, anotó desde la inicial con una trepidante corrida tras un doble de Edwin García, y luego, con una espectacular zambullida en la pradera del centro para decapitar una línea de Pedro Castellanos. De inmediato, las redes sociales explotaron. «¡Ese muchacho hace recordar a Melvin Mora!», se leyó innumerables veces, en relación a la emblemática jugada de Mora en la final Caracas- Magallanes de la temporada 1993-1994.

«Yo estaba en el estadio esa noche cuando Melvin Mora hizo la atrapada», recordó Leoncinett. Su esposo, Henry, participó en la ronda eliminatoria con el buque durante aquella campaña, que terminaría en el título contra el Eterno Rival. «Incluso, en el debut de Misael contra La Guaira (en Valencia), también estaba en el estadio y pusieron en la pantalla la atrapada de Melvin. Enseguida les dije a quienes me acompañaban que esa atrapada había sido bella, y casualidad, mi hijo hizo una (días después) que a la gente le recordó la de aquella final», expresó emocionada. «Me ha provocado demasiadas lágrimas de felicidad verlo jugar. Ha sido una alegría inmensa, por todo el sacrificio que hice con él y con Abrahán. No se imaginan lo que hemos llorado juntos».

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En estos días donde se habla sobre certámenes de belleza, luego del reciente Miss Universo, Leoncinett habla con propiedad del tema. Brindó sus servicios de estilismo en el Miss Venezuela por varios años y debía hospedarse en Caracas durante un mes para el evento. Misael y Abrahán, mientras tanto, se quedaban con una tía o en casa de las mamás de sus compañeros de beisbol. La rutina se repetía si «Leo» conseguía alguna cliente a domicilio en Los Guayos. Siempre se las arreglaba para que el deporte, el trabajo y los estudios, nunca faltaran en su casa.

El acercamiento de Misael Urbina

«El beisbol para mí fue un amor a primera vista», admitió Misael poco después de shaggear (tomar elevados en los jardines durante la práctica de bateo) en el feudo valenciano. «Mi papá fue pelotero, mi hermano jugaba beisbol y mis tíos también fueron deportistas. El deporte yo lo llevo en la sangre. De niño jugaba fútbol en la escuela, pelotica de goma, muchas cosas. Ya cuando llego el beisbol, tenía la noción natural de cómo desempeñarme en el terreno».

«Misa» formó parte de la fructífera camada de peloteros venezolanos de la clase 2018, en el período de firmas internacionales, donde nueve de los 30 principales fueron criollos. Ese año, también firmaron Diego Cartaya y Francisco Álvarez, con este último, pudo compartir algunos días en el clubhouse nauta, mientras el principal prospecto de MLB Pipeline se mantuvo acompañando al equipo en su fase de rehabilitación.  «Nunca hubo competencia, siempre hubo una hermandad», afirmó Urbina. «Francisco estuvo en estos días por acá y conversamos, recordamos aquellos muy bonitos momentos».

Misael Urbina ha dejado buenas sensaciones a la defensiva y en corrido de bases
Misael en su deslizamiento en home luego de un frenético sprint desde la inicial /Foto: Elio Miranda (Prensa Magallanes)

Un primer Caracas-Magallanes en compañía celestial

Misael Urbina se estrenó en un Caracas-Magallanes como guardabosque central. Leoncinett veía cómo su retoño se secaba las manos cada dos por tres la noche de ese 12 de enero en los jardines. Sabía que estaba nervioso, y él no lo negó.

«Da un poco nervios. Con 20 años, jugar acá en Venezuela para mí es un gran logro, uno de los más importantes que podía soñar en mi carrera. Magallanes es un equipo muy grande, con demasiada historia, no es fácil», reconoció el ágil patrullero que vio acción en la sucursal Clase A de la organización gemela en 2022.

«Con mi hijo, se me está repitiendo lo que yo viví con su papá cuando jugaba con el Magallanes. De paso, se parece muchísimo a él, tiene la misma cara. Todo lo que hace, me recuerda mucho a él. Luego del juego contra el Caracas me dijo: ‘mamá, las manos se me durmieron. Le pedía mucho a mi abuela (la mamá de Leoncinett, fanática del Magallanes, fallecida hace algunos años) .Yo sentía que mi abuela y mi papá estaban ahí conmigo'».

Y para los que eligen creer, así fue.

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