Mineros de Guayana perdió la categoría de la Liga FUTVE, dejando atrás un legado de 41 años ininterrumpidos en la máxima división del fútbol profesional venezolano. Algo, que cercanos al equipo aseveran que se pudo haber prevenido y que cierne la zozobra sobre su futuro.
El dolor es de todo futbolero en el país, pero la herida brota principalmente en el sureste venezolano. “Mineros nos representa como guayaneses. Cuando llegas al estado Bolívar todo es Mineros y hasta ves gente en la calle con la camiseta más vieja del equipo. A pesar que los resultados generaron desconexión, todavía se siente el apego”, revela una fuente del club que prefiere mantenerse anónima.
Establecer el punto de quiebre que originó la situación actual es difusa. Sin embargo, todos los consultados aseveran que el contraste del año pasado con el actual es notorio.
En la temporada 2022 se encontró un respiro después del ciclo 2019-2021 donde se navegó en medio de la crisis. “Richard Antoun con sus ganas de trabajar en el equipo lo mantuvo estable, sanó parte de las deudas de exjugadores y también atendió necesidades del estadio para que la Vinotinto pudiese volver a Cachamay. Hizo una inversión grande en estructura porque remodeló oficinas, trajo jugadores y sostuvo sueldos al día por un año”, reconoce.
No obstante, el 2023 comenzó con mucha tensión por la incertidumbre con temas salariales y aspectos como uniformes y logísticas, iniciando la temporada a contrarreloj. Esto coincidió con la salida de Antoun como accionista mayoritario. De hecho, los refuerzos pudieron empezar a jugar transcurridas las primeras 4 jornadas, pero con la llegada del grupo colombiano, Ovosanti, se vio la luz al final del túnel.
“Se notó que tenían buenas intenciones. Solventaron algunos meses de pagos y se empezó a formar ‘algo’. Se pudo jugar con el equipo completo, se sumaron los primeros puntos, incluso ganando de local ante UCV. Cuando comenzó la disputa de poder entre los involucrados, comenzaron las trabas. Ese cambio abrupto fue difícil de asimilar”, aseveran los afectados, trayendo consigo el declive deportivo.
Mineros de Guayana: dando tumbos dentro y fuera de la cancha
Lo extracancha también saltó al terreno de juego, incidiendo directamente en el rendimiento del equipo. Mineros de Guayana podría competir por un récord de más sustituciones en el banquillo en corto tiempo.
Solo de 2022 al mes de octubre de 2023 pasaron, entre contratados e interinos: Gabriel Martínez Poch, Jorge Durán, Elías Emmons, Antonio Franco, Jorge Luis Bernal, Matías Mazmud, Jesús Alonso Cabello…
Pero eso no es lo único. Los negriazules pasaron de tener años atrás a una de las plantillas más resonantes del país con jugadores de la talla de Alejandro ‘Lobo’ Guerra, José Manuel Rey, Rafael Romo, ‘Sema’ Velásquez, Darwin Machís, Richard Blanco, entre otros; a salir con juveniles.
La situación de inestabilidad generada a partir de 2019 obligó a armar grupos más jóvenes. La responsabilidad de sacar el equipo adelante fue de ‘chamos’ que se están fogueando apenas y que ciertamente aprovecharon su vitrina, como Kevin Kelsy, Rafael Uzcátegui, Emerson Ruiz, Brayan Alcócer o Ángel Lezama.
“De ser un equipo competitivo, éramos un equipo ‘formador’. Todo es un proceso, no puedes poner a un ‘chamito’ de titular toda la temporada, aunque claro, no se les puede reprochar nada porque sacaron la cara por nosotros”, relata la misma fuente.
Es evidente que la inestabilidad gerencial salpicó lo deportivo y la preocupación por lo que viene a continuación crece dentro de trabajadores y el aficionado común. Hay denuncias de empleados que tienen hasta 7 meses sin cobrar su salario. Los jugadores, por su parte, han recibido adelantos por la propia presión que ejercieron sus comunicados.
Sobre las causas que derivaron en esta situación, el periodista, Sergio Ruiz Torres, también tiene una perspectiva interesante: “se volvió dependiente de dinero que no se generaba por patrocinios o ventas de jugadores y fue una burbuja difícil de mantener”.
Él jugó en las divisiones menores y hasta estuvo recogiendo pelotas en la final de 1989 que les dio el título. Posteriormente se convirtió en profesional de los medios de comunicación, cubriendo las temporadas de 2000 a 2013 y fue narrador del circuito oficial.
“Quienes tienen al club en su poder deben dar un paso al costado y dejar que nuevas personas con conocimientos en gerencia deportiva, planificación empresarial y buena intención puedan devolver a Mineros de Guayana al lugar que pertenece. Algo fuera de eso, hace su desaparición inminente”, opina.
Aunque el grande guayanés no tiene la misma cantidad de títulos que Caracas, Deportivo Táchira o Portuguesa, es un clásico del futbol venezolano que nunca debería desaparecer. Ya antes había estado en peligro su categoría, pero siempre logró salvarse. Su nutrida historia, su buena plaza, instalaciones, fanaticada y gran cantera, lo respaldan.
Además de la estrella de 1989, ganaron en 2013 un torneo Apertura, así como la Copa Venezuela en tres oportunidades: 1985, 2011 y 2017. Fueron subcampeones en diferentes torneos al menos 9 veces.
La perspectiva para segunda división es incierta
César Enrique, que es integrante de la barra La Pandilla del Sur confiesa que “Mineros de Guayana siempre ha sido mi pasión desde 2010”, años donde el club tenía picos de asistencia entre 13 a 18 mil personas en jornadas regulares.
Uno de los momentos que más le ilusiona recordar es el año 2011, en la final de Copa Venezuela contra Trujillanos. “Guayana se hizo presente en el CTE Cachamay, tanto, que no entraba nadie más al estadio. La barra hizo un recibimiento espectacular. Cayó una lluvia que nos llegaba el agua por encima de los tobillos y así pusimos la fiesta desde temprano”.
Su sentimiento sigue vigente a pesar de los resultados y que la directiva no apoye la presencia de la barra como parte del espectáculo, según él. “Esperamos que en segunda división llegue alguien que ponga el dinero para ascender y ahí estaremos todos, pero sabemos que ciertas deudas a futbolistas extranjeros complican la situación. Nos estamos preparando para lo peor”.
El mismo sentimiento lo comparte el fanático, Joel Betancourt, quien asevera sin tapujos que “después de mi familia, el equipo es lo más importante en mi corazón”.
“En segunda división la ‘cosa’ es compleja. Si ahora no ha contado con el apoyo de años anteriores, en la Liga FUTVE 2 será todo un misterio”. Independientemente de lo que suceda, en su memoria siempre estará haber visto la copa que alzaron en 1989 ante Estudiantes de Mérida, con triunfo 2-1 en el Polideportivo Venalum de Puerto Ordaz.
“Hoy por hoy es incertidumbre total. Nadie responde ni dice nada. ¿Qué pasará con nosotros con este descenso o si desaparece? Hay gente que no es de la zona, son de Tucupita, Delta Amacuro y otras partes del país, pero se quedaron luchando por su sueldo y su puesto de trabajo”, revela una fuente interna.
Paradójicamente, el ámbito gerencial no ayuda a lo deportivo y los resultados, no favorecen tampoco la llegada de otro grupo de inversores, quienes buscan depositar su dinero en un equipo competitivo.
“Es una verdadera desilusión perder una plaza como Cachamay en primera división. Puede mantenerse Angostura o subir AIFI, pero la marca Mineros es algo que vende, atrae y dejó una huella como Minervén, que hoy día sigue teniendo dolientes. Mi vida es Mineros y hasta la jornada 30 yo estaré ahí”, cerró.