José Alvarado y el trasfondo de un consolador abrazo

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José Alvarado (centro) acompañado de su hermano Darío Villaroel (izquierda) y su primo Malvin Carrillo (derecha) | Foto: Félix Olivo para el Philadephia Inquirer
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La estela de un abrazo fraternal puede llegar a ser perpetua. Así lo sintió José Alvarado. El relevista venezolano lanzó 1.1 entradas en blanco durante el Juego 1 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y preservó la ventaja de los Filis de Filadelfia, que eventualmente derrotaron 5-3 a los Cascabeles de Arizona en el Citizens Bank Park, un estadio donde días atrás tuvo una emotiva compañía.

El zurdo recibió la visita de su hermano, Darío, para los encuentros de la Serie del Comodín y la Serie Divisional. Fue un desahogo para el oriundo de Caja Seca, quien desde hace algunos años ha hecho todo lo que ha estado a su alcance para tramitar la visa de su madre y sus hijos, sin tener éxito en el doloroso proceso.

«Ha sido muy duro para mí», dijo Alvarado a la periodista Alex Coffey del Philadelphia Inquirer. «A veces, cuando hablo con mis hijos por teléfono, se ponen a llorar, porque quieren verme y yo quiero verlos a ellos. Y no puedo».

El zuliano reveló que a sus familiares cercanos le han rechazado en dos oportunidades el visado, la primera en Colombia, y la segunda en Brasil. Ante la imposibilidad de realizar el trámite en Venezuela, por el cierre de la embajada de Estados Unidos desde marzo de 2019, el grandeliga ha buscado por cualquier medio posible cumplir el sueño de reunirse de nuevo con ellos, mientras le ven sobre las lomas de la Gran Carpa. Una meta que camina sobre la incertidumbre de lo incontrolable.

Emoción desbordada para José Alvarado

Ante la impotencia de no poder contar con su mamá e hijos, el criollo ideó un plan distinto para estos playoffs. Logró que su hermano se ausentara durante un par de semanas de su apretada agenda de trabajo como soldador en Tampa, Florida, y lo llevó a Filadelfia. El viaje valió la pena desde el principio, su consanguíneo lo vio en vivo por primera vez en un feudo de Las Mayores el 3 de octubre, contra los Marlins de Miami, al lanzar un episodio sin carreras y con dos guillotinados.

«Lloramos mucho», confesó José Alvarado. «Me dijo que estaba muy orgulloso de ver lo bien que estoy haciendo mi trabajo. Se sintió orgulloso viéndome lanzar, escuchando la música mientras trotaba (desde el bullpen) hacia el montículo, oyendo los cánticos de ‘José, José, José, José’. Todo eso».

Luego de que el año pasado el serpentinero tuviera que observar con congoja como sus compañeros celebraban con sus seres queridos la carrera de los Filis hacia la Serie Mundial, mientras él lamentaba sus ausencias, al finalizar el duelo frente a los Bravos de Atlanta el fin de semana pasado, pudo confundirse en ese abrazo con Darío.

«Era la primera vez que tenía a alguien aquí en la postemporada. Fue increíble tener el apoyo de mi hermano, que me viera lanzar. Significa mucho para mí», aseguró Alvarado. «Me dijo: ‘Sigue trabajando y mantente fuerte, ustedes están jugando bien. Cuando esto termine nos volveremos a ver. Todo el mundo está muy orgulloso de ti'».


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