Cómo se verían los equipos venezolanos con todas sus figuras: Caribes de Anzoátegui

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El de Caribes de Anzoátegui es el menos imaginario de los equipos platónicos que diseñamos a partir de la utópica premisa de una LVBP irrestricta. Los aborígenes, a diferencia de la mayoría de sus pares, tienen pocas tierras ociosas en su roster.

Por eso Caribes ha sido el escuadrón más consecuentemente exitoso del beisbol profesional venezolano durante el último decenio, aún con el desliz de la temporada anterior, cuando los orientales quedaron liquidados en fase regular por primera vez desde 2009. Su recurso humano está casi totalmente disponible para afrontar el mundo real. Sin ser alucinante, la plantilla de esta organización es funcional. Tal vez estas líneas, pensadas como propuesta hipotética, terminen perfilando un análisis concreto sobre las posibilidades de Anzoátegui en el torneo 2023-2024.

Receptor: Tomás Telis (Tecolotes de los Dos Laredos, México)

Ya comenzamos. La presencia de Telis, lejos de ser un delirio irrealizable, es cotidiana en Caribes. El careta anzoatiguense de 32 años de edad ahora pasa los veranos en México tras cinco campañas explorando Major League Baseball. Es la mejor alternativa existente dentro de la nómina, pese a la llegada de un jugador AAA como Ricardo Genovés, quien es suplente y recauda OPS de 670, contra el .332 de promedio y .381 de porcentaje de embasado de Telis luego de 217 turnos con los Tecolotes.   

Primera base: Balbino Fuenmayor (Tecolotes de los Dos Laredos, México)

Aún con su marchita campaña de 2023 en México (.268 de promedio, .299 de OBP, .399 de slugging, .698 de OPS y siete jonrones en 228 turnos) el carabobeño de 33 almanaques se mantiene como la opción más atractiva para Caribes en la inicial. Permanece activo dentro una liga reconocida como la mexicana. Otra ruta pasaría por Genovés, pero su ofensiva resulta insuficiente para un primera base. Lo cierto es que a Fuenmayor lo veremos castigar el campeonato local desde temprano y operará como designado.

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Segunda base: Andruw Monasterio (Cerveceros de Milwaukee)

Caribes le entregaría las llaves de la intermedia al principal infielder itinerante de los Cerveceros de Milwaukee, la novena que puntea la división Central de la Liga Nacional. El debut de Monasterio en las mayores es prometedor. Al terminar la jornada del jueves 8 de septiembre de 2023, el caraqueño nacido el 30 de mayo de 1997 promediaba para .268, con .341 de OBP.  A la defensa, solo había cometido un error en 60 chances como camarero. Ni Kevin Vicuña, quien ha viajado hasta AAA, ni el exgrandeliga Luis Sardiñas igualan la oferta de Monasterio, quien tampoco es una quimera. De hecho, la gerencia anzoatiguense asegura que el bigleaguer ya les dio el sí.

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Cómo se verían los equipos venezolanos con todas sus figuras: Caribes de Anzoátegui 3

Tercera base: Willians Astudillo (Halcones de Fukuoka Softbank, Japón)

El anzoatiguense de 31 años de edad apenas batea para .136 tras 44 veces con los Halcones en la Liga del Pacífico, pero las cinco zafras en la Gran Carpa y su participación, así sea exigua, este mismo año en la segunda entre las ligas de beisbol más prestigiosas del mundo le otorgan el puntaje necesario para adueñarse de la antesala, aunque sepamos que esa distinción recaerá en el exgrandeliga y capitán de La Tribu, Niuman Romero, cuya titularidad está fuera de discusión. En el Caribes de verdad, lo más probable es que Astudillo se mueva entre la inicial y los jardines.  

Recuerden que esta es una rutina especulativa.   

Campocorto: Diego Castillo (AAA, Cascabeles de Arizona)

Apenas ha tomado un turno en Grandes Ligas con los Cascabeles esta campaña luego de consumir 262 el año pasado con los Piratas de Pittburgh, pero pertenecer al roster de 40, haber sido promovido a la casa matriz -así fuese para pestañear- y su promedio de .314 luego de 405 veces en AAA, con .422 de OBP y .837 de OPS lo vuelven merecedor de un penthouse en Puerto La Cruz. El larense de 25 años de edad vive un mejor momento que Luis Sardiñas, Vicuña, o Roberto Chirinos.

Castillo también aparece en los planes efectivos de la directiva para esta zafra. Al pelotero le conviene venir y la directiva ya lo ha precisado para retratarse cuanto antes.   

Jardinero izquierdo: José Azócar (Padres de San Diego)

Aunque jugó mucho menos en Grandes Ligas que el año pasado, cuando sumó 202 turnos con los clérigos, el sucrense de 27 años de vida ha permanecido arriba buena parte del torneo correspondiente a 2023. En 62 viajes mostraba average de .258 hasta la jornada del viernes. Como la mayoría de los bigleaguers de Caribes, Azócar es accesible y la gerencia da por sentado su concurso a las órdenes del mánager Ramón Borrego. A ningún escuadrón de la LVBP le sobra un jardinero que haya llegado a MLB las dos últimas contiendas.

Jardinero central: Rafael Ortega (Mets de Nueva York)

Al anzoatiguense de 32 ruedas le costó subir a Grandes Ligas esta vez, pero una vez arriba ha jugado con frecuencia para los Mets de Nueva York. Es la séptima edición en la cual ha sido alzado a MLB durante su carrera de casi 400 partidos bajo la Gran Carpa. Ese status le confiere ventaja sobre el Gocho Volador Herlys Rodríguez (.671 de OPS con Olmecas de Tabasco en 2023).   

Si alguien le hizo falta a Caribes en la infausta versión 2022-2023, ese fue “Balita” Ortega. Desde las oficinas garantizan que esta vez dirá presente y demorará poco. Así es esta divisa: con cable a tierra, sin marcadas diferencias entre aspiraciones y verdades.

Jardinero derecho: Víctor Reyes (AAA, Medias Blancas de Chicago)

Si los ascensos a Grandes Ligas dependieran exclusivamente del rendimiento, el anzoatiguense de 28 años de edad debió regresar a MLB en 2023. No ha sido así, pese a la distinguida campaña del toletero ambidiestro en AAA: .290 de promedio, .339 de OBP, .477 de slugging, .816 de OPS, 27 dobles, 18 jonrones y 79 remolcadas una vez computados 455 turnos hasta el jueves 7 de septiembre. Reyes, además, ha adicionado más de 1.200 viajes al plato en el Big Show, luego es evidente que sería el plan A como righfielder de Caribes. El equipo sostiene que marcará tarjeta.

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Bateador designado: Gabriel González (Clase A, Marineros de Seattle)

Valdría la pena aventurarse con este sucrense de 19 años de edad, quien batea con pasmosa facilidad. Hace contacto y la lleva lejos, como lo atestiguan su promedio de .302 y los 18 cuadrangulares en las filiales de los Marineros de Seattle. Es candidato a fatiga extrema, pero ya saben que tales limitantes quedan excluidas para este trabajo, donde cuenta solamente la capacidad instalada. De González se dice que, si lo dejan, sería campeón bate en la LVBP. No ahora mismo, claro.

Caribes de Anzoátegui cuenta con un pitcheo de notas altas

La falta de pitcheo ha sido mal endémico en Anzoátegui, combinado habituado a ganar a rolazos. Unos Caribes ilimitados cojearían menos de esa pata.

En este Caribes Luis Heibardo García, lanzador con 113 de efectividad ajustada en 352 innings con los Astros de Houston, no estaría lesionado y pudiera acaudillar la rotación por su condición de iniciador regular con los siderales. José Buttó, con 110 de efectividad ajustada con los Mets de Nueva York este año, vendría libre de ataduras; Eduardo Salazar, quien se graduó de grandeliga en 2023 con los Rojos de Cincinnati, podría comenzar partidos como lo hizo hasta 2022; y José Álvarez, con diez campañas a cuestas en el Circo Máximo, estaría sano y dispuesto a regresar a un circuito donde fue Pitcher del Año.

El bullpen de este Caribes soberano inscribiría dos brazos que se codean con lo más granado de la pelota: Andrés Machado, ya con 125 apariciones como bigleaguer entre 2017 y 2013, y Mauricio Llovera, quien vive el mejor de sus cuatro certámenes en MLB con EFE ajustada de 132 tras 25.2 tramos. Eduardo Salazar pudiera relevar (esa ha sido su labor este año) y transferirle las claves de la rotación a jóvenes como José Chacín ( AAA con los Mets de Nueva York).

De todos estos escopeteros, los únicos inexistentes para el Caribes de carne y hueso son los lesionados García y Álvarez. Ninguno de los otros está tachado en la enorme pizarra acrílica que el gerente general Samuel Moscatel mandó a instalar en su oficina a ras de terreno del Chico Carrasquel.     

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