Una encomienda al cielo en el Juego de La Chinita

Jose Angel Rodriguez
Jose Angel Rodriguez
Foto: Carlos Castro (Prensa Águilas)
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La ayuda divina se hizo presente en el Juego de La Chinita 2022. No hay otra forma de encontrarle explicación a lo sucedido en el Estadio Luis Aparicio «El Grande», en la -siempre- calurosa tarde marabina del viernes 18 de noviembre. O en esta ocasión elegimos no encontrarla.

Navegantes del Magallanes llegó a ese compromiso con racha de seis derrotas, para enfrentar por segundo día consecutivo al mejor pitcheo de la liga, etiqueta de calidad para las Águilas del Zulia. Y en el ambiente, con el pasar de los innings las tribunas central y laterales del parque zuliano terminaron repletas, como hacía años no se observaban.

Quien escribe estas líneas debe admitir que en las últimas semanas no ha encontrado una mayor satisfacción que redactar frases como esa o similares. «Caracas registró la mejor asistencia del último lustro. Los fanáticos en Barquisimeto mantienen al Estadio Herrera Gutiérrez como el de mayor concurrencia. Maracaibo volvió a expresar su alegría», cuanta falta hacía.

Multitudes multiplicadas en corazones

7.280 aficionados vistieron de naranja y blanco los asientos protegidos por el techo del inclemente sol en el Luis Aparicio. Sí, aún lejos en números de, por ejemplo, los 15.979 que asistieron al duelo feriado en 2013, cuando Alex Cabrera descompuso por un día la teoría de que ese feudo significaba el némesis de los bateadores de fuerza. Aquel año «El Samurai» desenfundó su sable para despachar tres jonrones en el triunfo de Tiburones 6-3.

Fue una aparente lejanía en cifras masivas la de este 2022 que, aún cuando se tomó la decisión de no vender entradas a las gradas, significó la presencia de 3.271 fanáticos más en relación al Clásico de la temporada pasada. Y aún más, se demostró en el terreno y a miles de kilómetros de distancia por la transmisión televisiva que se trató de un hecho para reseñar.

A los pies de Silvino

El grito de «Silvino, Silvino» que se escuchó en el templo del beisbol zuliano erizó la piel de los presentes, observadores y oyentes por igual. No fue solo el clamor de una fanaticada rendida a los pies de uno de sus ídolos, el mejor cerrador del torneo, también pareció significar el despertar de la pasión de una ciudad luego de una somnolencia forzada, como una forma de protegerse de tantas heridas en años recientes.

Tal fue así, tanta fue la emoción que se vivió en ese parque, que poco les importó el hecho de que Bracho fallara por primera vez una oportunidad de salvado en la temporada. El relevista salió vitoreado por su público, por ese sentir zuliano, por ese orgullo que nadie puede entender mejor que ellos.

El héroe del Juego de La Chinita

Alberth Martínez le conectó un sencillo con las bases llenas a Bracho que impulsó dos carreras y decretó la remontada de la Carabela 4-3, resultado final del Juego de La Chinita.

«Siempre me encomiendo a Dios cuando voy al home», admitió Martínez al departamento de prensa tras finalizar el emocionante duelo.

“Las cosas no nos estaban saliendo, ya era hora de que se volteara la moneda”, dijo el patrullero a la transmisión de Televen.

Nosotros también nos encomendamos al cielo, con el deseo de que en el beisbol venezolano sigan saliendo las cosas igual o mejor que en este primer mes de temporada 2022-2023.

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