Un Caracas-Magallanes a fuego y sangre

Jose Angel Rodriguez
Jose Angel Rodriguez
Foto: Elio Miranda (Prensa Magallanes)
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El calor abrasador en el Estadio José Bernardo Pérez se comenzó a sentir desde la 1 de la tarde y en contra de toda probabilidad climática, no paró de aumentar hasta pasadas las 9 de la noche. Fue jornada de Caracas-Magallanes en Valencia, con todos sus colores, desde los más vivos, hasta los más oscuros.

Ambos equipos estaban heridos luego de una semana complicada. La carabela no practicó su bateo previo al juego, porque llegó a las dos y media de la madrugada a su ciudad luego de un viaje de poco más de seis horas desde Maracaibo. La manada sí lo hizo, aunque el cansancio acumulado de una serie de dos careos en Puerto La Cruz y una visita reciente a Barquisimeto que se alargó hasta después de las 12 la madrugada, fue de kilometraje equiparable o superior.

«Ha sido una semana un poco crítica; sin buscar excusa, nos han tocado unos viajes un poco duros, los últimos tres días de madrugada, aunque con todo y eso hemos competido. No se han dado los resultados hasta ahora, pero todavía quedan dos juegos» dijo el mánager José Alguacil a Sello Deportivo tras finalizar la práctica melenuda.

Los capitalinos llegaban con récord de 1-3 en el septenario, extendido a 1-4 en los recientes cinco desafíos. El pitcheo abridor falló y la toletería se enfrió.

«Lamentablemente los abridores esta semana no cumplieron con las metas trazadas. (Aliángel) López con los cinco o seis innings que tenía pautados (lanzó 2.0 entradas el miércoles contra Caribes) y (Elih) Villanueva ayer (frente a Cardenales) solo pudo enfrentar a cinco bateadores» recordó el timonel. «Tuvimos una semana sin descanso por los viajes, creo que eso ha afectado un poco la recuperación de los jugadores. Es parte del calendario, tenemos que buscar y encontrar lo positivo».

Recuperaciones en el navío

Por el lado local, llegaban con el bálsamo de una dramática victoria en el Juego de La Chinita que cortó racha adversa de cinco derrotas. De manera tímida se asomaba uno que otro personaje. Daniel Mayora se tomó el tiempo de hacerse un corte de cabello sentado en el dugout con su barbero de confianza, mientras Robert Pérez bromeaba con él desde la estupefacción por semejante imagen. El coach de bateo se aproximó hacia la loma para hacerle envíos a Rayder Ascanio, Renato Núñez, Alberto González y Romer Cuadrado, quienes de forma opcional tomaron su práctica.

Cuadrado dijo que ya se sentía 100 % recuperado de la lesión en la mano izquierda que le sacó del roster para la quinta semana. Esperaba reingresar esa misma tarde, pero no sucedió, quien sí lo hizo fue el relevista grandeliga Kervin Castro, quien además debutó en la noche.

Otro que se recompuso de sus dolencias fue Rainel Rosario. El dominicano saltó al terreno acompañado del trainer Luis Cruz y realizó algunos ejercicios para poner a prueba la pierna derecha. Un día antes había salido del desafío frente a Águilas por una dolencia en la extremidad, pero allí estuvo en el lineup como sexto bate y jardinero central en el Caracas-Magallanes.

En la cueva esperan

Apenas se conoció que Harold Castro había sido dejado en libertad por la manada felina de Detroit, en la otra, de Caracas, arreciaron las preguntas. El asesor deportivo del club, Víctor Gárate arrojó algo de luz adicional, en la ya candente tarde carabobeña previa al Caracas-Magallanes.

«Nosotros hemos estado hablando desde hace tiempo con Harold, él ha expresado su deseo de estar con el equipo. Estamos casi seguros de que él va a venir a jugar con nosotros, seguimos esperando la fecha de llegada, pero lo hará listo para jugar», aseguró.

Sobre Keibert Ruiz, quien había mostrado intenciones de estar disponible para este domingo, el integrante de la oficina melenuda no dio garantía de que así fuese a suceder. Pero manifestó el deseo de contar con él lo más pronto posible, luego de que resuelva compromisos en Estados Unidos.

Otro que hace papeleos con el Tío Sam es Orlando Arcia. Él espera por la Green Card y el visado de su familia para poder arribar a Venezuela.

¿Sobre Eugenio Suárez y Gleyber Torres?. «Se espera por los permisos. Esperamos solo las respuestas de las organizaciones, saber qué limitaciones les pueden poner», mencionó.

Apareció un Astro

Al sofocante sol se le unió otro Astro. José Altuve emergió del dugout de casa y fueron necesarios algunos segundos para asimilar y comprobar que se trataba de él. Pero allí estaba, era real, de carne y hueso. El mejor pelotero venezolano de las Grandes Ligas en el último lustro estaba de visita para presenciar el Caracas-Magallanes.

No estuvo más de 10 minutos sobre el terreno del Estadio José Bernardo Pérez (después se sentó en las tribunas donde recibió una sonora y añorada ovación), pero bastó para atraer toda la atención. Más tarde hablaría con el departamento de prensa nauta y renovó el sueño de verle jugar de nuevo en el país con los eléctricos.

«Cuando dije en el Spring Training que quería jugar, pensé que ya para esta fecha estaría listo, pero aun así, creo que pudiera hacer todo lo posible. Improvisar para uniformarme”, dijo el reciente campeón de la Serie Mundial y Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2017.

¿Cómo podrá sortear Altuve y la divisa filibustera la falta de aval de Major League Baseball con el cada vez más engorroso tema OFAC? No queda otra opción que esperar para descubrirlo, pero su deseo es auténtico.

«En el camino de Maracay a Valencia le dije a mi esposa que aquí tengo uno de los mejores recuerdos de mi carrera profesional, espero con el favor de Dios un día poder uniformarme y jugar. Creo que sería un sueño para mí”, afirmó.

Punto de ebullición del Caracas-Magallanes

El termómetro ambiental explotó durante el juego. Las bancas se vaciaron no una, ni dos, ni tres, sino hasta en cuatro ocasiones entre el octavo y noveno inning. Primero por un envío del relevista visitante Tyler Wilson frente a Renato Núñez y luego con el acabose desatado por Bruce Rondón, cuando dominó a José Rondón y lo mandó a callar.

Lo que prosiguió fue una bochornosa gresca de proporciones monumentales que se extendió por largos minutos. Un enfurecido Yadier Molina se volteó la gorra, se arremangó su suéter y señaló en repetidas ocasiones a la cueva melenuda. Por tercer juego seguido el mánager eléctrico -más eléctrico que nunca- fue expulsado.

Cuando todo parecía apaciguarse y tomar temperaturas humanamente soportables, surgieron conatos de incendio en algunas oportunidades más.

Ganó Leones 6-5 en 10 innings, pero el fuego pudiera extenderse. Ojalá que no sea así.

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