Escoger al Regreso del Año en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional siempre es difícil porque los números no son los únicos que deciden. También inciden las valoraciones sobre qué significa, a efectos de la carrera de un jugador, llegar, irse o volver. En la campaña 2022-2023 ha resultado especialmente empinado elegir a esa figura establecida en el circuito que, luego de desintegrarse, rebrota con la fuerza de un géiser desde las profundidades de la madre tierra.
El Regreso del Año es el único galardón en el cual importa el pasado. No basta con apreciar estadísticas actuales y compararlas con las de sus semejantes. Aquí se debe hurgar en los registros acumulados por el candidato y sopesar su alcurnia en la LVBP. Son muchos los elementos a considerar.
El epónimo de esta condecoración, además de un homenaje, es una pista sobre su propósito y razón. Luis Salazar es el ejemplo por antonomasia del egregio luchador que restaura su autoridad. Cada año debemos buscar su réplica.
Al revisar el caso de José “Cafecito” Martínez surgieron dudas. Para regresar, hay que irse primero ¿En verdad se fue alguien que bateó .300 durante la temporada anterior? Al mirar los dígitos en su conjunto se pudo concluir que sí. Martínez, uno de los mejores artilleros vigentes en la pelota nacional, solo pudo dar dos extrabases, sin vuelacercas en la entrega 2021-2022, con desconchado OPS de .688, muy por debajo de su acumulado vitalicio antes de esa zafra: .814.
Tal vez el elemento que más repercutió en la decisión de incluirlo en la tarjeta fue su escasa participación y, sobre todo, el motivo. Martínez tomó apenas 78 turnos porque le costó recuperarse de una severa lesión de rodilla. Así que el cañonero de los Tigres de Aragua reúne los tres requisitos para Regreso: haber estado (es una de las principales estrellas de la liga), haberse ido (jugó poco y muy lejos de su potencial como consecuencia de un grave percance) y haber vuelto (fue subcampeón bate con .390, líder en hits con 73 y tercero en OPS con 1.002 en la edición 2022-2023). Como cayó, pero no tan bajo, ocupó el tercer lugar de este tarjetón.
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Sin tener la brillante carrera de Martínez en la LVBP, Oswaldo Arcia se consolidó como una figura aquí. Entre las campañas 2012-2013, 2013-2014 y 2014-2015 descargó 25 jonrones, remolcó 84 carreras y tuvo OPS de .853 en 531 apariciones. Luego se sumió en la intrascendencia: durante las siguientes cinco competiciones promedió para .205, con 13 bambinazos, 48 producidas y .727 de OPS. El deterioro fue tan acentuado que Caribes de Anzoátegui lo confinó al banco.
Arcia estalló en los Leones del Caracas, su nuevo equipo, con la violencia del pozo Barroso II: fue colíder jonronero (11), máximo impulsor (44), jerarca en slugging (.661) y OPS (1.137). Aportó .323 de average, (décimo) y .476 de porcentaje de embasado (tercero). Poco importa que solo haya bateado en diciembre. Lo relevante es que lo hizo de manera apoteósica.
Aunque venido a menos, la colecta de Arcia en la 2021-2022 tuvo elementos rescatables: cinco para la calle, .441 de OBP, .912 de OPS en 70 turnos. Tampoco fue la nada. Por eso aparece segundo en este listado.
Puede resultarle un sinsentido que el nominado para ganar sea, de los tres, el de números menos relucientes. El punto aquí es que nuestro candidato viene de la ultratumba: Franklin Barreto.
El toletero derecho de los Tiburones de La Guaira llegó a este campeonato como un pelotero desempleado en Estados Unidos. Alguna vez sembrado en el puesto 35 del ranking de prospectos entre las 30 organizaciones de Major League Baseball, Barreto descendió a los infiernos: en 2020, coronavirus y subluxación del hombro derecho. En 2021, rotura del ligamento colateral del codo diestro y cirugía Tommy John. En 2022, merma en las condiciones y cesantía. Apareció en los entrenamientos falto de fe en sí mismo y con problemas para reaccionar a las rectas adentro. El cuerpo técnico se abocó a rescatarlo y Barreto respondió a la terapia: colíder en triples (5), segundo en dobles (16), sexto en bases alcanzadas, décimo en hits (60), anotadas (33) y slugging (.503), 31 fletes, .317 de promedio, .370 de OBP, .873 de OPS.
De los tres nominados al Regreso del Año, Barreto era el único que partía de cero. En eso guarda semejanzas con Luis Salazar, a quien muchos desahuciaron por el daño sufrido en una rodilla sin saber que el anzoatiguense tenía otros planes. Regresó, al punto de conseguir contrato de liga menor con los Nacionales de Washington.
La gran pregunta sobre Barreto no era si se había caído. Tampoco si se había levantado. La interrogante era si había estado. Después de todo, su única campaña resaltante fue la 2018-2019 ¿Es suficiente un buen año para declarar a un jugador figura establecida en la liga? La respuesta es no, a menos que esa zafra haya sido excepcional. La de Barreto lo fue.
En aquella refriega 2018-2019, Barreto golpeó para .352, con .417 de OBP, .528 de slugging y .945 de OPS para arrastrar consigo a los Tigres de Aragua a la clasificación. Quedó tercero en la puntuación para Más Valioso. Una temporada así lo entroniza como personaje sobresaliente de la LVBP. Por tal motivo, se puede considerar que antes estuvo y, por ende, es elegible para Regreso. Ojalá que retorne también a la Gran Carpa.