Durante sus primeras seis aperturas de la temporada, Martín Pérez lucía encaminado a repetir o incluso a mejorar sus números de la contienda anterior, en la que se estableció como el «as» de los Rangers de Texas y obtuvo su primera invitación al Juego de Estrellas. Es posible que el venezolano todavía se encuentre rumbo a ese objetivo, pero sus últimas dos presentaciones han mostrado una versión mucho más similar al zurdo inconsistente que solía verse antes de 2022.
Pérez registró una efectividad de apenas 2.41, con 26 ponches y nueve boletos en sus primeras 33 entradas y dos tercios de labor a lo largo de esa media docena de aperturas iniciales; sin embargo, en las más recientes dos apariciones sobre el montículo, el porcentaje de carreras limpias permitidas fue de 11.41 y los contrincantes le batearon para un promedio de .400, con un OPS de 1.232 puntos.
El pasado 7 de mayo, ante los Angelinos de Los Ángeles, el nativo de Guanare apenas pudo trabajar tres innings y dos tercios, su salida más corta del torneo hasta ahora, y toleró ocho incogibles y siete anotaciones. Mientras que el pasado viernes ante los Atléticos de Oakland, Pérez logró completar los cinco tramos, pero con otros ocho hits y cuatro rayitas a su nombre.
Sin tocar las esquinas
El criollo, de 32 años de edad, es capaz de lanzar seis envíos diferentes, aunque por lo general se apoya en cuatro de ellos. Pérez lanza con frecuencia su sinker, recta cortada, curva y cambio de velocidad. Cuando está en sus mejores momentos, el escopetero de los Rangers es capaz de tocar las esquinas de la zona de strike y muy rara vez sus pitcheos se quedan en el medio del plato.
Al hacer eso, el veterano logra generar contractos suaves y rodados, pues los toleteros contrarios se encuentran con la difícil tarea de sacudir la bola con la parte gruesa del bate ante un Pérez que no coloca la pelota en el medio con frecuencia.
Pero en sus últimas dos apariciones ese comando ha estado ausente. Contra los Angelinos, Pérez ponchó a dos rivales y regaló tres pasaportes. De los 71 picheos que realizó en esa salida, los toleteros de Los Ángeles apenas hicieron swings fallidos en seis ocasiones. En general, la toletería de los californianos conectó para un promedio de .471 ante los envíos del venezolano en esa faena.
En el caso del duelo contra los Atléticos, el siniestro estuvo en problemas desde el mismo comienzo. El primer lanzamiento que realizó Pérez en ese compromiso terminó en las gradas, cortesía de un cuadrangular del dominicano Esteury Ruiz. Los paleadores de Oakland hicieron swings con ganas en ese choque y generaron mucho contacto sólido.
Los dirigidos por Mark Kotsay consiguieron cinco «barrels» (conexiones con una velocidad de salida de por lo menos 98 millas por hora), tres cuadrangulares, un triple, un doble y tres sencillos.
Su sinker, recta cortada y cambio tuvieron instancias en las que fallaron y terminaron en el centro del plato. Las tres conexiones de largometraje llegaron con un sinker en el medio y abajo ante Ruiz, otro sinker en el medio y adentro ante Kevin Smith y una recta cortada en el medio y arriba para su compatriota Carlos Pérez.
Solución al alcance
Si eso se combina con una velocidad de sus envíos que tuvo un promedio de 92 millas por hora, inferior a las 94 mph. que Pérez suele registrar, el resultado son ocho pelotas que fueron puestas en juego tras salir del bate con una velocidad de 100 mph. o más.
Una racha de dos salidas negativas no es, en lo absoluto, motivo para encender alarmas; además de que los problemas que parecen haber ocasionado las fallas de Pérez en estas dos salidas son, en teoría, fáciles de arreglar. En pocas palabras, el zurdo está dejando muchos pitcheos en el medio del plato.
El brazo de los texanos tuvo una racha similar el año pasado, entre finales de junio y comienzos de julio, cuando permitió tres o más carreras en un trío de aperturas corridas, incluyendo dos de ellas en las que toleró un par de jonrones en cada una. La respuesta de Pérez para salir de esa cadena adversa fue una racha en la que no permitió más de una rayita en cinco de sus siguientes seis apariciones.