El volante de Croacia y del Real Madrid, Luka Modric, tiene varios meses que no solo disputa el balón contra los rivales, sino contra Cronos. Una historia de amor que inició en 2006 con la selección ajedrezada, cuando aún militaba con el Dinamo Zagreg. Con 37 años, una edad con la que muchos jugadores están en la MLS o en un destino árabe, el mediocampista viene de ganar su quinta Champions con los merengues. En Qatar acaba de hacer una gran gesta al eliminar a Brasil y conseguir su segunda semifinal consecutiva con los balcánicos.
“No me relajo porque no me vale con lo que he hecho. Siempre quiero demostrar que puedo hacer algo más. En el fútbol si te relajas un poco es difícil volver a este nivel. Por eso, hasta que dure voy a ser así”, comentó Modric, en 2018, a los medios españoles. Cuando tenía 13 años vio a Croacia quedar tercera en Francia 1998. Lo superó en Rusia al llegar a la final y ahora busca levantar el trofeo, como en otrora hicieron: Hugo Lloris,Philipp Lahm, Iker Casillas, Gianluigi Buffon o Cafú.

Un volante que ser curtió en la crueldad de la guerra de Yugoslavia. “Aunque soy pequeño, he pasado mucho miedo en mi vida. El miedo a la guerra y a los bombardeos es algo que estoy superando poco a poco. El suceso y la sensación de pavor que nunca olvidaré ocurrió hace cuatro años, cuando los chetniks mataron a mi abuelo. Yo lo quería mucho. Todos lloraban, y yo no podía entender que mi querido abuelo ya no iba a volver. Me preguntaba si a los que hicieron esto, y a quienes nos hicieron huir de nuestras casas, se les puede siquiera llamar personas”, escribió en su autobiografía, Mi partido.
Un déjá vu
“Es un jugador que ha enseñado su calidad durante muchos años. A nadie le sorprende verlo esprintar de la manera en la que lo hace. Lo hace desde siempre. Eso muestra su carácter, su deseo de ganar. Contagia a sus compañeros a hacer algo. El equipo siempre espera algo de él. Con Luka todo es posible, está jugando el mejor fútbol de su vida”, expresó Zlatko Dalic, tras vencer a Inglaterra en el Mundial pasado. Pero Modric no ha parado de correr y hacer jugar.
“Verle a él correr por todo el campo nos contagió al resto”, aseveró Marcelo Brozovic en la Copa del Mundo anterior, donde compartían con Ivan Rakitic. Lo que ha cambiado es que ahora está Mateo Kovačić. Un ex compañero como Mate Bilic llegó a decir: “Modric es el símbolo de toda una generación. Es, además, el jugador que todos los niños croatas quieren ser, por su humildad y porque nunca ha dejado de ser el Luka de Zadar. Es su grandeza, más allá de su calidad futbolística que lo hace único”. Con el pasar de los años no son solo niños balcánicos que juegan a ser como el «10», sino de todo el planeta.
“Croacia ganó a Brasil porque tiene los mejores centrocampistas del mundo”, soltó Dalic. Suena exagerado, pero los resultados lo avalan. Tiene al pasado Balón de Oro del Mundial 2018, que corre como si el almanaque no pesara. Al que le cuestiona la edad, le responde: “Ya me han dicho que no podré volver a estar a ese mismo nivel. Eso me motiva”.

Modric en pinceladas
«Modric es otra cosa. Uno de esos jugadores que piensan y sienten el fútbol con una pureza amateur, y que llegan al Balón de Oro por una profesionalidad ejemplar. Cuando la cámara nos sirve un primer plano, deja algo muy claro: para Modric el fútbol es una cosa seria. Que se premie a un jugador antes que a un equipo define estos tiempos en los que se individualiza el éxito y el fracaso. Modric disimula esta anomalía, porque es una colosal pieza que no olvida su principal misión: asegurar el funcionamiento de la máquina», escribió Jorge Valdano, hace varios años en su columna en El Pais. Aún se mantienen vigente esas líneas.
El argentino y campeón del mundo añadió: «Hace siempre lo que puede, lo que debe y lo que conviene para que todo mejore. Trabaja cuando el equipo pierde la pelota, se muestra cuando la recupera, desequilibra cuando la tiene. Todo, con una discreción que transmite seguridad a los aficionados porque Modric es, ante todo, un tipo de fiar». El futbolero, independientemente de la parcialidad que apoye, debe disfrutar cada minuto de Modric. Croacia aseguró un séptimo y con el «10» nunca se puede hablar de última gran competencia. Pero es innegable que cada vez le queda menos y cuando pierda el partido ante Cronos, solo quedará la nostalgia. Un volante que demuestra que el fútbol va más allá de goles y asistencias.