Luisángel Acuña retoma marcha hacia las mayores con dos bambinazos

Andres Espinoza
Andres Espinoza
The New York Post
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Luisángel Acuña llegó a la organización de los Mets de Nueva York en el cambio que envió al estelar Max Scherzer a los Rangers de Texas el pasado 30 de julio. No existe un mayor indicativo de lo que esperan de él en las oficinas de Queens, pero el venezolano había tenido problemas para sostener el implacable ritmo que mostró en sus 84 desafíos iniciales de la campaña con la sucursal Doble A de su primera divisa.

El miércoles, sin embargo, el hermano menor de Ronald Acuña Jr., figura principal de los Bravos de Atlanta, ofreció exactamente el tipo de jornada que visualizaban en la «Gran Manzana» al momento de tirar del gatillo en aquel canje.

Acuña, de 21 años de edad, necesitó llegar a su juego número 30 con el Doble A Binghamton de los Mets para encontrar su primer cuadrangular y el noveno en general para él en el año. La espera por el segundo, no obstante, fue mucho más breve. Después de que el joven paleador abriera el desafío de los Rumble Ponies con un bambinazo hacia el jardín izquierdo, repitió la dosis tres innings más tarde con un batazo que abandonó el parque por el bosque derecho-central para su primer encuentro de múltiples vuelacercas como profesional.

El nativo de La Sabana, que se ubica en la casilla 38 entre los mejores prospectos de todo el béisbol en la actualidad para los expertos de MLB Pipeline, finalizó la jornada de 5-3, con una base robada y tres carreras anotadas en la victoria de su novena por marcador de 9-2 sobre Hartford. Con un sólido cierre de temporada, Acuña se colocaría en una buena posición para iniciar la venidera campaña en Triple A, lo que aumentaría las posibilidades de que pudiera realizar su estreno como grandeliga en algún punto de 2024.

Fin de la sequía y con estilo para Acuña

La jornada de múltiples jonrones acabó con una cadena de 31 juegos sin conectar cuadrangulares para la promesa, cuya última conexión de largometraje antes del miércoles había llegado el 26 de julio con Frisco, tan solo cuatro días antes de su mudanza a los Mets.

Pero el paleador rompió la mala racha con estilo, pues su primer vuelacercas de la faena fue un verdadero cohete. En cuenta de 2-2, Acuña sacudió una curva del lanzador Mike Ruff, de la organización de los Rockies de Colorado, y la pelota viajó un estimado de 426 pies desde el plato.

Si bien el segundo jonrón no alcanzó dicha profundidad, tampoco estuvo cerca de quedarse en el terreno. En el cuarto acto, el criollo compró ante el primer lanzamiento que vio en el turno por parte del derecho Fineas Del Bonta-Smith y lo desapareció por la banda contraria.

Viento en popa hacia la línea final

Antes de ser enviado a los Mets, Acuña estaba en medio de su mejor temporada en las granjas, con una línea ofensiva de .315/.377/.453, con 68 carreras anotadas, 51 fletadas y 42 almohadillas estafadas. Y después de algunos inconvenientes para ajustarse a su nueva organización, el guaireño parece estar retomando el camino que Nueva York espera lo lleve al máximo escenario en la próxima contienda.

En sus más recientes 12 desafíos hasta el miércoles, la joya sostenía un abultado promedio de .327 puntos y en sus primeros cinco compromisos en septiembre, había registrado tres jornadas de múltiples incogibles, con 13 bases alcanzadas y un trío de almohadillas robadas.

Por fortuna para el alto mando de los Mets, el poder del criollo también ha comenzado a figurar en la ecuación. En la misma faena en la que Scherzer fue vapuleado por los Astros de Houston, la directiva de Nueva York pudo frotarse las manos con miras a un futuro que promete tener a dos Acuña torturando al pitcheo de la Liga Nacional.

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