El inicio del partido de la Vinotinto contra Uruguay, en el Sudamericano sub-20, daba la sensación que se había tocado la tecla indicada. Pero todo fue un espejismo. Venezuela pudo tener amplitud, pero nunca logró tener profundidad. En 180 minutos el equipo de Fabricio Coloccini a un no ha logrado poner a un delantero en un mano a mano. Mientras que la Celeste demostró por qué es candidata al título.
El primer aviso de Uruguay lo dio Fabricio Díaz de tiro libre, pero apareció Frankarlos Benítez con una buena atajada. El portero de Caracas FC junto a su compañero en el Rojo, Néstor Jiménez, fueron las únicas modificaciones de Coloccini, con respecto al once pasado. Salieron Samuel Rodríguez (inferiores de Atlético de Madrid) y José Riasco (filial del Philadelphia Union). Pero poco pudieron hacer para lograr cambiar la realidad de la Vinotinto.
El gol que desmoronó todo
El partido estaba trabado. Más luchado que jugado. Una constante en los últimos encuentros contra Uruguay. La Vinotinto no generaba opciones claras, pero tampoco la Celeste era el vendaval que se llevó a Chile por delante. Todo se vino abajo con el primer tanto de los charrúas. Los dirigidos por Marcelo Broli no tuvieron que apelar mucho a la creatividad. Un pelotazo de Randall Rodríguez, que no supieron controlar ni Rafael Uzcátegui o Renne Rivas, es más se chocaron y le dejaron una alfombra roja a Luciano Rodríguez. El delantero de Liverpool abonó una fichita para ser el mejor del torneo.
A pocos minutos del cierre de la primera parte, Díaz tuvo revancha de su tiro libre que no entró. En el punto penal pudo marcar con total impunidad, luego de una buena acción de Renzo Sánchez que dejó muy mal parado al lateral izquierdo Andry Vera. En el complemento, la pasividad le permitió a Rodríguez sacar un bombazo en la zona 14 y terminar de redondear la victoria.
El duro panorama para la Vinotinto
Al mal resultado de Uruguay, hay que sumarle la tarjeta roja de Kevin Kelsy en el inicio de la segunda parte. El ex Mineros se transformó en el primer jugador expulsado del Sudamericano. Ahora tiene que medirse con Ecuador (jueves) y Chile (sábado), con la necesidad de sumar los tres puntos, para esquivar el fracaso de no ir a un hexagonal. Nada fácil para la Vinotinto.
Pero ningún resultado se dará si no se cambia en lo futbolístico. La actitud no basta. Una Vinotinto con unos volantes que te permiten soñar en grande, no han podido brillar. Los únicos que se salvan de ir a la hoguera, otra vez, son los dos de Monagas: Andrés Romero y David Martínez, cuando entró de cambio. De seguir la misma inercia de sensación de oportunidad perdida.