Tiburones de La Guaira tiene argumentos para darle continuidad a su lema, y creer. Está claro que terminar la temporada 2022-2023 sin el octavo título de la franquicia, el primero en 37 años, fue un duro golpe para la afición, uno más en los seguidores de mayor lealtad y pundonor de la pelota rentada. Pero, visto en perspectiva, significó un paso de gigante tras venir de la peor temporada en la historia del equipo.
Como lo destacó Diego Romario González, jefe de prensa del club litoralense en el texto «La Ilusión Ha Vuelto», publicado en la página web oficial de la divisa: «La Guaira volvió a sus colores, recuperó su identidad y hasta logró un exitoso acercamiento a sus fanáticos de todo el país». Cada uno de esos logros, fueron de importancia y relevancia mayúscula en el resurgir de la LVBP, con un golpe sobre la mesa esta campaña para recordar que sigue siendo el mayor espectáculo deportivo en el territorio nacional.
Es cierto que ni la samba escapó a la polémica y vibrante Gran Final contra Leones del Caracas, con razonamientos justificados en las Condiciones de Campeonato, pero también lo es que, quizás no exista elemento más representativo de la alegría en un parque de beisbol en todo el Caribe. Y precisamente eso, la alegría, fue el retorno más esperado por las puertas del Estadio Universitario y el Fórum La Guaira, las dos casas del cardumen.
Nuevos tiempos
«Nosotros nunca habíamos vendido más de 20 mil entradas», aseguró el presidente Antonio José Herrera, luego del tercer encuentro de la final contra los capitalinos, el primero como home club de los escualos, en el que la boletería llegó a 20 mil 705. «Este es mi récord», dijo en ese entonces, antes de superarlo a 20 mil 712 en los dos últimos desafíos en condición de locales, los que muy probablemente fueron sus últimos como cabeza de organigrama.
El traspaso hacia un nuevo dueño se espera termine de hacerse oficial en las semanas venideras. Aunque su influencia comenzó a notarse desde el actual certamen. Ese cambio era necesario, una renovación que reavivara las motivaciones internas de un grupo tan golpeado en los últimos años. El desgaste natural del paso de los años sin éxitos resaltantes, había creado una desconexión cada vez más evidente con jugadores y aficionados.
La figura de César Collins cobra su justa dimensión como el gran conciliador, y también, como un gerente general que ha sabido construir y vender su imagen a pesar de contar tan solo con 28 años de edad. Tiene el don de combinar los dotes de un buen negociador, con el de un eficaz motivador. Dos de las facultades que más se extrañaban en la organización durante las citas recientes.
Lo deportivo de Tiburones de La Guaira
Independientemente de cómo haya terminado la historia de Ronald Acuña Jr. tras su, cuando menos, acontecida participación con Tiburones en el certamen, se demostró que una correcta gestión puede lograr actuaciones casi imposibles, apenas unos meses atrás. Como también lo fueron los regresos al circuito de Alcides Escobar, Ehire Adrianza, Franklin Barreto y el estreno de Juan Yépez.
La labor de principio a fin de Maikel García, un actual grandeliga, fue la gran noticia constante del club en el curso. Fue el jugador de mayor consistencia de todo el circuito contando ronda eliminatoria, Round Robin y Serie Final.
Para el mánager Henry Blanco, más allá de algunas decisiones tomadas a partir de la segunda mitad del todos contra todos, pareció ser una travesía con balance sustancialmente positivo. Fue finalista al Mánager del Año, y, cómo se sabe, lideró la resurrección en las aguas saladas.
La deuda pendiente está en el pitcheo. Conseguir abridores resulta imperioso para apuntalar un roster que en el papel aumente las posibilidades de éxito en el futuro inmediato. Una tarea nada sencilla, tomando en consideración la piedra preciosa que representa un serpentinero promedio en la LVBP. Sin embargo, a pesar de no contar aún con esa parte vital de la estructura, quedaron a solo dos victorias del campeonato. ¿Quién dijo que La Guaira está lejos?