Las calles alrededor del Obelisco, en Buenos Aires, se desbordaron de alegría por el título de la Copa del Mundo de Argentina, su tercera estrella. La Albiceleste llegó como una de las tantas favoritas a Qatar, pero nunca como la gran candidata. Su aval era el título de la Copa América, del año pasado en el Maracaná. Tras iniciar con un tropezón ante Arabia Saudita, los sureños se repusieron de gran manera. Para entender esta consagración hay varias claves.
Messi «maradoneando» con Argentina
La primera clave es indudablemente Lionel Messi, que a sus 35 años, tuvo su actuación más «maradoneano» con siete goles y tres asistencias. Nunca había marcado en las eliminatorias de una Copa del Mundo y en Qatar infló las redes en: octavos, cuartos, semifinales y final (por partida doble). Desde el célebre «Qué mirás bobo» contra Países Bajos a ser el faro de una Argentina muy emocional. Para toda la historia quedará su acción contra Joško Gvardiol, uno de los mejores centrales del torneo, que terminó en asistencia a Julián Álvarez.
La vieja guardia respondió
La final de Ángel di María es para enmarcar, los minutos que pudo estar en cancha. No solo por forzar el penal o marcar un tanto, que también. Volvió loco a Jules Kounde y a Ousmane Dembele. Su ratico contra Países Bajos fue importante. El «Fideo» se terminó de sacar la mufa (pava) con Argentina. Mientras que Nicolás Otamendi tuvo su revancha, al ser el central intocable. Podían rotar Lisandro Martínez con Cristian Romero, pero el defensa del Benfica fue fijo. ¿Tuvo pecados? Sí, varios como el penal a Randal Kolo Muani, pero fue un gran ganador de duelos. Recordó a sus años en Manchester City.
Los inesperados de Argentina
En un Mundial tienes que mover fichas, porque las lesiones o los rendimientos te llevan a eso. Un problema en el bíceps femoral de su pierna derecha dejó fuera a Giovani Lo Celso. No arrancar bien, mandó al banco a Leandro Paredes y a Lautaro Martínez. Ahí aparecieron los «pibes». Alexis Mac Allister, Enzo Fernández y Julián Álvarez, los primeros dos ni aparecen en el álbum de Panini. Los tres fueron pilares de Argentina. Mac Allister dio una asistencia en la final, Fernández no paró de cortar y hacer jugar, mientras que Álvarez anotó cuatro goles en total. Nadie los vio venir y al final fueron imprescindibles.
La pizarra de Scaloni
El fútbol es de los futbolistas, pero la gestión del grupo de Lionel Scaloni es excepcional. Su premio es sentarse al lado de César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. Pero no se puede resumir su labor con Argentina a la de un «gestor de emociones», sus movimientos tácticos fueron claves. El esquema espejo ante Países Bajos con tres centrales, para hacer daño por las bandas. Los cuatro mediocampistas contra Croacia para poblar la zona medular. La última perla fue Di María por la izquierda, tras una década por la derecha. Visos de gran entrenador.
«Dibu» y los penales
Se podrá hablar mucho de Messi, Di Maria, Julián, Scaloni, y todos tienen su mérito. Pero Argentina gana el título tras superar dos tandas de penales. Es indudable la influencia de Emiliano Martínez, que se había hecho un nombre con el «mira que te como, hermano» ante Colombia, en la Copa América. En la final le amargó la ejecución a Kingsley Coman. Ante Países Bajos sus «víctimas» fueron Virgil Van Dijk y Steven Berghuis. Imposible hablar del título Albiceleste sin la influencia de su portero. ¡Ojo! No fue solo en penales, en la agonía ante Australia y Francia, salvó goles cantados ante Garang Kuol y Kolo Muani.