Al prohibir las llamadas formaciones defensivas especiales (que de especiales ya nada tenían, pues se usaban indiscriminadamente) Major League Baseball se proponía incentivar la acción dentro del campo y contrarrestar la creciente modorra del público ante el estático juego binario de ponches y jonrones que se le venía ofreciendo.
El efecto esperado al reglamentar la distribución de los infielders era democratizar al acceso al círculo de los .300, restringido en el pasado hasta hacerse casi impenetrable. En 2002, 35 bateadores calificados para optar al título de bateo promediaron .300 o más. Al cabo de 20 años la cifra se empequeñeció a 11. Los “shifts” demostraron su eficacia castrando hits.
Para franquearlos, los artilleros masificaron esos swings largos y hacia arriba que solían terminar con la bola en los bleachers o en la mascota del cátcher, mientras los fanáticos bostezaban sobre las tribunas o cambiaban de canal. Alarmados por las consecuencias, los ejecutivos de MLB proscribieron los alineamientos extremos en el cuadro interior.
Se promovería un deporte con más tráfico por las almohadillas, más dinámico y entretenido para las audiencias. Al proliferar los inatrapables, engordarían los averages. La primera vuelta de 2023 refleja que desmontar el “shift” produjo los resultados previstos. El promedio ofensivo ha subido cinco puntos (.248 contra .243) con respecto a la totalidad del torneo anterior.
Arráez el líder en average
Contradictoriamente, el listado de fusileros calibre .300 se mantiene exiguo y seguirá acortándose conforme avance el calendario. Hasta la tarde del domingo 9 de julio, la última jornada previa al Juego de Estrellas, apenas había doce inscritos, con el venezolano Luis Arráez al frente con su extravagante .383. Algunos de los más consecuentes “trescienteros” quedaron confinados a los arrabales.
Tim Anderson languidece
Al combinar las cuatro campañas antecedentes a 2023, el campocorto de los Medias Blancas de Chicago Tim Anderson golpeó para .318, el promedio más alto entre quienes registraron al menos 1.500 apariciones. Anderson, campeón bate de la Liga Americana en 2019 y compulsivo coleccionista de .300, clausuró el primer parcial con andrajoso average de .223.
El guepardo blanco se mueve despacio
Anderson puede argüir como pretexto el esguince de rodilla por el cual se ausentó tres semanas. Pero Trea Turner, monarca entre los artilleros de la Liga Nacional en 2021, está más sano que un atlante y su porcentaje es .250, apenas sobre la media de esta contienda. Sin “shifts” un leñador con rozagante promedio vitalicio de .302 hasta 2022 debió remontarse alto. Hasta ahora, el torpedero de los Filis de Filadelfia es un simple peatón.
Un caso de congreso en Nueva York
A D.J Lemahieu debe examinarlo la ciencia. El infielder de los Yanquis de Nueva York pertenece a una raza superior, capaz de entrecruzar cetros de average obtenidos en ambas ligas. Por los momentos, Lemahieu solo asoma el periscopio sobre la línea de Mendoza con un menesteroso promedio de .220. Los instructores de El Bronx detectaron que el alabardero derecho de 34 años de edad está apoyando demasiado peso sobre la pierna de atrás al cargar. Al parecer se limitaron a diagnosticar. El enfermo nada mejora.
Ardilla reptante
A Jeff McNeil, soberano de los bateadores en la Liga Nacional el año pasado, lo apodaron “La Ardilla Voladora”. En 2023, es un roedor reptante. Quien enmarcara promedio de .307 durante sus primeras cinco zafras como grandeliga ahora enseña un average de subsistencia: .253.
Por la manera como están impactando la pelota se espera que los promedios de estos bateadores sangre azul muestren un módico aumento en lo sucesivo. Mientras tanto, Arráez desafía la gravedad y flota sobre los .380 cuando ya comenzó la segunda ronda del campeonato. Anderson, McNeil, Lemahieu y Turner deberían calcarlo