Solo dos de los 56 hits que conectó Harold Castro en su temporada de reaparición en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, fueron jonrones. Pero ambos valieron su peso en oro, porque el primero sirvió para propinarle en el Round Robin un golpe casi mortal al anterior campeón del circuito, su Eterno Rival, y el segundo, para darle el anhelado título 21 a los Leones del Caracas.
En el «Tren del 23 de Enero», como es conocido el oriundo de la parroquia capitalina, se subió toda la afición caraquista para gritar campeón por primera vez luego de 13 años, la sequía más extensa de su larga historia. El paseo incluyó un vuelacerca de oro de Castro en el undécimo inning, que le dio el triunfo a los capitalinos 7-6 sobre los Tiburones de La Guaira en el Estadio Universitario, el primero en toda la historia de las finales de la pelota rentada local con esa característica dorada para además coronar a un equipo. De acuerdo a los registros del comunicador e historiador Tony Flores.
«Me estaban trabajando mucho con pitcheos pegados y salí con ese plan, buscar ese lanzamiento pegado para conectarlo bien», describió Castro a Efraín Zavarce para IVC Networks, sobre cómo como fue su enfoque en el decisivo turno contra Johan Belisario, con la pizarra igualada 6-6, justo a las 12 de la madrugada del martes 31 de enero.
El bateador zurdo dejó pasar los dos primeros envíos del diestro en zona mala. El primero fue adentro, tal como lo preveía, y el segundo afuera. Antes de decidir hacer swing a otro pitcheo pegado, originando una conexión que terminó muy cerca al poste de fair del jardín derecho.
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Celebración redonda para Leones
En el 80 aniversario desde la fundación de la franquicia de Leones, primero conocida como Cervecería Caracas, la organización tuvo un esperado reencuentro con su afición, tan o más importante incluso que la corona. De nuevo, volvió a ser frecuente observar asistencias alrededor de las 20 mil personas en el parque de la UCV. Un bálsamo para las heridas que habían quedado abiertas durante el último lustro.
«Estoy muy emocionado de poder darle esta bendición, esta alegría a los fanáticos», confesó Castro, esta vez al departamento de prensa avileño, tras terminar el último juego del curso de 5-3, con tres carreras anotadas y par de empujadas. «En el inning anterior (el décimo), yo le había dicho a los muchachos que si me llegaba el turno iba a hacer un swing grande para matar la partida y así sucedió».
El otro estacazo del ágil bateador en el certamen fue también a la medianoche, en entradas extras y para dejar en el terreno, como ocurrió aquella madrugada del 21 de enero, durante el último careo de los melenudos en el todos contra todos, nada más y nada menos contra Navegantes del Magallanes.
«Yo no soy un hombre de dar muchos jonrones, pero dar esos dos, en esos momentos claves, para dejar en el terreno al Magallanes, y el otro para conseguir el campeonato, me hacen sentir contento y orgulloso», admitió.