Los hermanos Contreras, Willson y William, se han apoderado de varios titulares en los últimos años, debido a la creación de una nueva historia entre familiares que alcanzaron juntos las Grandes Ligas. Este pasado invierno, ambos estuvieron nuevamente en las noticias, pues cambiaron de organización. El mayor de la dupla firmó un contrato multimillonario con los Cardenales de San Luis, mientras que el menor estuvo involucrado en un cambio de tres equipos que lo llevó a los Cerveceros de Milwaukee.
Pero desde que comenzó la presente campaña, ha sido Willson quien mayor algarabía ha generado. Desafortunadamente para el nativo de Puerto Cabello, no ha sido por los motivos deseados, pues ante la falta de efectividad de los lanzadores de los pájaros rojos en las primeras semanas, el equipo tomó la decisión de apartarlo de la receptoría de forma indefinida, solo para cambiar de parecer una semana después.
Mientras tanto, William se ha encargado de progresar en silencio. Su desempeño con el madero ha sido bastante aceptable, tal como lo demuestra su línea ofensiva de .257/.359/.398 en 32 compromisos, en los que también registró siete dobles, tres jonrones y 11 carreras remolcadas. Pero su ofensiva nunca ha estado en duda, sino su habilidad para desempeñarse con eficacia detrás del plato. Allí, el menor de los Contreras también ha dejado un grato sabor de boca para los lupulosos.
Tal como esperaban
En el seno de los Cerveceros, siempre vieron en Contreras a un receptor con la capacidad de continuar mejorando, al punto de convertirse en un defensor lo suficientemente solvente como para alinear todos los días en la exigente posición. Walker McKinven, un coach que se encarga de monitorear el pitcheo, a los receptores y las estrategias en Milwaukee, fue uno de los que identificó de inmediato el potencial del criollo.
«Cuando se trata de William, sabía que ese tipo era un fenómeno atlético en todo lo que se refería a la receptoría«, le comentó McKinven a Yahoo! Sports. «Pensé que el cielo era el límite para él. Incluso más que para otros chicos con los que también lo hemos intentado».
El instructor ha trabajado a lo largo de los años con múltiples caretas en la organización, incluyendo a los también venezolanos Manuel Piña y Omar Narváez, quienes mejoraron de forma considerable su desempeño detrás del plato mientras estuvieron con la divisa.
«Quiero decir, no retiró a muchos corredores en intento de robo el año pasado, pero podías ver que había velocidad y fortaleza en el brazo en sus transferencias y disparos«, explicó.
Con algo por demostrar
Una de las cosas que McKinven no pudo ver a la distancia, pero sí cuando Contreras fue adquirido por los Cerveceros, fue el nivel de confianza que tiene el carabobeño, que consideraba que los Bravos de Atlanta, su organización anterior, no le brindaron la oportunidad necesaria.
«William llegó con confianza. Básicamente diciendo que él ya era bueno y que le iba a demostrar a todos que era muy bueno«, contó el coach. «Nunca es una excusa, pero cuando estás en la receptoría una vez a la semana en lugar de cinco veces, es mucho más difícil mantenerse enfocado con los tiempos y todo lo que se hace allá atrás».
No obstante, los Cerveceros aprovecharon la oportunidad para realizar algunos ajustes físicos en las mecánicas de Contreras. Por ejemplo, el criollo se había acostumbrado a apostar por la fortaleza de su brazo para lanzar de rodillas e intentar controlar el movimiento en las bases. Milwaukee tomó la confianza y competitividad del careta y las utilizó para perfeccionar su rendimiento detrás del plato.
«Creo que lo principal es la construcción de una relación que ninguno de nosotros puede medir. Se trata de hacer que nuestros lanzadores se sientan cómodos y eso viene con acciones físicas como la confianza de lanzar una pelota en la tierra con un corredor en tercera, confiar en lo que piden (los receptores) cuando hacen las señas con los dedos. Eso viene de la confianza y la construcción de una relación», agregó McKinven.