En el sorteo de los grupos del Mundial se hizo viral la imagen de Emiliano Martínez gritando:“¡Easy! ¡Easy!” (¡Fácil, fácil!). El portero de Argentina celebró quedar encuadrado con Arabia Saudita, México y Polonia. Pero en el debut tuvieron un revés. Cuando por fin cumplía su sueño. «Estoy hecho para la selección, desde los 13 sabía que podía llegar. En Rusia, estaba en la cancha con mi hermano y un amigo, y les prometí que iba a jugar el próximo Mundial”, comentó hace unos meses en el diario Clarín. Pero todo se puso cuesta arriba.
“Sufrí mucho estos días, no pude dormir, hablé mucho con mi psicólogo porque que me pateen dos veces y me metan dos goles es difícil de tragar; sé que tengo a 45 millones de argentinos atrás mío y les podría haber dado más”, confesó «Dibu» Martínez, tras superar el susto de una eliminación temprana, como en 2002. Ahora es figura por su atajada a Garang Kuol, en el epílogo ante Australia y en los penales versus Países Bajos. Su fortaleza mental.
Martínez normaliza ir a consulta
La actitud de Martínez es la de un portero que desborda confianza. «Todo el partido van a estar cagados estos. Nosotros hablamos en la cancha», arengó antes del partido ante la Orange. Impulsado por unas declaraciones de Louis van Gaal. Pero todo eso llegó tras un largo camino, desde que salió de las inferiores de Independiente al Arsenal, tras un carrusel de cesiones pensó en dejar la actividad.“El problema no es que no estoy jugando al fútbol. El problema es que dejé de mirar fútbol. El problema es que siento que estoy dejando de amarlo”, le soltó a su esposa.
“Lloré muchas noches, viajé doscientos mil kilómetros, fui a préstamos feos, lindos, a lugares horribles, la pasé mal, quise volverme a Argentina, quise dejar el fútbol, quise dejar a mi agente desde los 12 años. Hay muchas cosas que pasé que sólo mi mujer conoce”, reveló en su momento el guardameta. Pero se volvió fuerte de mente. Era un cubo de hielo en el uno contra uno. Eso no es solo técnica”, lo definió José Gomes, su DT en el Reading, el préstamo donde explotó.
Pero el trabajo psicológico fue la clave para Martínez. «Hablamos dos o tres veces por semana antes de un partido. Mi cabeza está más centrada que nunca, gane o pierda. Con lo que exige el fútbol a nivel mundial, creo que todo jugador necesita un psicólogo. Hoy en día, es muy fácil que te llegue un mensaje de alguien que te insulta o que te discrimina. En las redes sociales, te encuentras con gente te amenaza y que te pide que te retires del fútbol. Por eso, hay que tener la cabeza centrada y tener un objetivo», explicó en El País, el «Dibu».

¿Quién es el psicólogo del «Dibu»?
El encargado de serenar al portero que protagonizó el traspaso más caro para un portero argentino es un inglés. Lo conoció en su etapa en los Gunners y desde 2018 es su aliado incondicional, a pesar de que Martínez es ficha de Aston Villa. Su nombre es David Priestley (50 años), encargado de liderar el Departamento de Psicología y Desarrollo Personal del equipo masculino y femenino de Arsenal.
En un congreso el británico expuso:“La mayoría de los deportistas compiten en entornos públicos intensamente exigentes, donde su trabajo puede definirlos como personas, donde tienen que sobresalir en las primeras etapas de la vida, viven fuera de casa y tienen que manejar altas expectativas, lesiones, sumas de dinero transformadoras y la ‘máquina de la fama’ a una edad relativamente joven. Podría ser ‘vivir el sueño’, pero este desarrollo e intensidad acelerados no están sincronizados con el desarrollo emocional y las tasas normales de maduración”. Cabe destacar que a los 12 Martínez dejó su casa por ir a la pensión de Independiente y antes de cumplir la mayoría de edad estaba en Londres.
La técnica de psicoterapia experiencial dinámica de Priestley no ha ayudado solo a Martínez. “De actuar como arquero, a desempeñarse como capitán y convertirse en Director Técnico en un club de la Premier League. Trabajar con David me ha ayudado a dar lo mejor de mí en todos estos roles y más allá”, comentó Petr Čech, en declaraciones recogidas por La Nación. Un método contrastado que hace que «Dibu» llegue sereno a las semifinales ante Croacia.