Ya deben estar hastiados de leer cada año en esta columna el mismo latiguillo sobre el Mánager del Año en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. “Es aquel que logra más con menos”, hemos repetido hasta la náusea. Digámoslo diferente esta vez: el mejor piloto es aquel cuyo equipo más depende de su buen juicio para alcanzar las metas. Es un criterio parecido al que tradicionalmente se aplica con el Más Valioso.
Partiendo de ahí, el timonel que mayor incidencia tuvo en el comportamiento favorable de su plantel fue Wilfredo Romero, de los Tigres de Aragua. Se le podrán objetar algunas decisiones, seguramente se le cuestionarán ciertas estrategias. Pero nadie rebatirá que revirtió el derrotismo y la sensación de desbandada que cundía en el clubhouse cuando se perdieron los primeros ocho juegos bajo la gestión de Jackson Melián. Insuflar espíritu competitivo en una circunstancia tan desfavorable es el gran mérito de un hombre que, a su vez, venía de ser despedido en México.
La tarea más importante de los mánagers en la actualidad es saber gestionar el recurso humano. Romero lo hizo, tal como lo logró durante el combate 2021-2021 en la conflictiva cueva de los Navegantes del Magallanes. El equipo pudo volver a funcionar y por eso los Tigres tuvieron récord de 24 lauros y 21 reveses durante el mandato de quien fue el Mánager del Año en el torneo anterior.
El liderazgo de Romero sobre sus dirigidos hizo posible que los peloteros de los Tigres quisieran jugar, y ganar, para él. Caudillos de la novena como Alexi Amarista contaron el efecto benéfico que tuvo en el grupo su llegada, su forma de tratar al personal, de motivarlo, de encauzarlo. En la actualidad eso puede valer más que ordenar un bateo y corrido o traer al pitcher correcto en determinada situación.
Muchos disentirán de esta elección porque los Tigres de Romero clasificaron sextos a la postemporada. Sextos entre ocho contendores (volvimos a la eliminatoria que no elimina, lamentablemente). Cuesta exigirle más cuando los rayados arrancaron con 0-8 y Romero tomó el mando después de que el elenco bengalí presentaba marca de 1-9. De paso, tuvo que ingeniárseles con el peor pitcheo colectivo del campeonato (5.39 de efectividad). Aún así, él tuvo balance favorable y así entraron los Tigres a la ronda de comodines.
Romero está a las puertas de ser el primero que gana el Mánager del Año en la LVBP durante cada una de sus dos primeras experiencias como dirigente en el circuito, y apenas el tercero que repite en campañas sucesivas. Ninguno de los otros dos reelectos (Luis Dorante y Alfredo Pedrique) se alzó con el galardón encabezando a dos clubes distintos.
En el premio al Mánager del Año la planilla reduce las opciones a primero y segundo lugar. No hay un tercero, como en el resto de los galardones, por cuanto apenas hay ocho candidatos posibles. En la boleta de este columnista el acompañante de Romero es José Alguacil, de los Leones del Caracas, por motivos distintos a los que justificaron el voto por Romero.
A diferencia de Romero, Alguacil recibió un plantel balanceado. Tenía pitcheo, y eso es bastante decir. Pero manejar a un buen equipo también es un arte. Alguacil logró construir una atmósfera sana en el plano emocional y sacar lo mejor de cada pieza. También hay mérito en guiar a una escuadra hacia el primer lugar, logro al cual él aportó con su manejo del grupo y su trabajo de mentalización. Tal vez, lo mejor de la labor de Alguacil se vea puertas adentro, antes y después de los partidos.
Hay equipos buenos que ganan a pesar de sus mánagers. No es el caso de los Leones de José Alguacil, quien dio su contribución para hacer del Caracas el mejor conjunto de la fase regular ¿Qué tiene sus deslices? Claro ¿Quién no? Pero el balance de su administración es lo suficientemente convincente como para apuntarlo en este tarjetón. De haber una tercera alternativa, Henry Blanco, de los Tiburones de La Guaira, sería una buena opción.