Caracas-Magallanes, le reivindicación de lo posible 

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Foto: Elio Miranda (Prensa Magallanes)
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Dame un Caracas-Magallanes y te daré una razón para sonreír por el país, incluso, más allá de cualquier resultado o parcialidad. El sentimiento que brota de un juego entre los Eternos Rivales trasciende lo deportivo. Se mete en el pecho. Genera una estela incomparable. 

Luego de las dos primeras ediciones del Clásico en la ronda eliminatoria 2023-2024, que dejaron récords absolutos de asistencia para un careo de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, en el imponente Monumental Simón Bolívar, le tocó el turno a Valencia, con su Estadio José Bernardo Pérez. La respuesta fue absoluta: 15.058 aficionados, la mayor concurrencia (en al menos) las cuatro contiendas recientes. 

Ya desde las 3:00 pm se percibía un ambiente  distinto al del pasado inmediato alrededor del feudo carabobeño, con largas colas en taquilla. Dentro, los jugadores de Navegantes comenzaban a estrecharse (realizar estiramientos) para frenar una racha de dos derrotas en fila e intentar dar un giro a la inconsistencia que mostraron durante sus 20 primeros juegos de la zafra (con récord de 9-11).

«Estos primeros 20 juegos han sido una batalla cada día. No hemos encontrado la consistencia, a veces bateamos, pero el pitcheo no funciona, o viceversa. Espero que muy pronto nos asentemos, juguemos juntos y podamos unir todas las faceta», dijo el mánager nauta Miguel Cairo, a Sello Deportivo, antes del duelo. «Tenemos buenos bateadores y buen pitcheo, lo que nos falta es balancearlo para que llegue el día que todo se pueda dar. Ha sido una guerra dura».

Del otro lado, Leones apenas se instalaba en el dugout de visita, con la seguridad de que ni siquiera un revés en la noche le haría perder el primer lugar en la tabla de posiciones. Su estadía en la ciudad del Cabriales sería corta, porque tras la finalización del encuentro, fijarían rumbo a Maracaibo, en un largo viaje nocturno para afrontar una serie de dos duelos frente a Águilas. Después de allí, seguirán a Barquisimeto, el sábado, finalizando una extensa gira de cinco encuentros en la semana. 

«Habrá un descanso para los jugadores debido al clima y al viaje. Después de este Caracas-Magallanes, son mínimo 5 horas en carretera. Ayer (el martes) vimos a algunos peloteros con síntomas de gripe, ya habíamos hablado de que iban a ser descansados esta semana», precisó el piloto melenudo José Alguacil. «Vamos a ver cómo los balanceamos para salir victoriosos en la mayor cantidad de juegos que podamos”.

Lo que rodea a un Caracas-Magallanes

«Ya está listo el cambio», le dijo Luis Blasini, gerente deportivo del navío, al timonel Cairo justo antes de que ingresara al dugout. Se refería al sorpresivo canje por el que obtuvieron al relevista zurdo José Marcos Torres desde Caribes de Anzoátegui por Engelb Vielma (INF) y Yorvin Pantoja (LZ).

Apenas unos minutos antes Pantoja había grabado un saludo en vídeo uniformado con el dorsal 90 de los navieros, cerca de la raya de tercera base. Mientras que a Vielma, se le observó en la cueva del home club, una vez conocida la transacción, hablando por teléfono, con la mirada algo desconcertada, fija hacia el terreno, o la nada.

Una vez iniciado el Caracas-Magallanes, la galera debió remar a contracorriente, tras iniciar perdiendo 2-0 en la quinta entrada, primero con un jonrón solitario de Harold Castro (apenas tres minutos después de haber completado una extraordinaria jugada en el jardín central para evitar que los de casa se fueran arriba), y luego, con un elevado de sacrificio de Gabriel Noriega, todo ante el abridor Enmanuel De Jesús.

Entre De Jesús, José Gregorio Castillo, José Ruiz y Anthony Vizcaya limitaron a sólo cuatro hits a la recia toletería melenuda, la mejor del campeonato transcurrido el primer cuarto del calendario regular. Una labor combinada que permitió la remontada de la galera, iniciada en el séptimo episodio ante el relevista Alfred Gutiérrez con un globo a los jardines de Alberth Martínez que engomó desde la antesala a Renato Núñez desde la antesala, y posteriormente con un error en tiro a la inicial del grandeliga Oswald Peraza, ante un rodado de Diego Rincones que igualó la pizarra 2-2.

Fue entonces, cuando en la novena entrada, todo quedó servido para que el cierre de la fiesta valenciana fuese apoteósico. Romer Cuadrado negoció boleto como primer bateador frente a Norwith Gudiño, Miguel Aparicio entró a correr como emergente por él y avanzó a segunda con un sencillo de Martínez (ya con dos outs) que marcó el preámbulo al momento cumbre, con Angelo Castellano en el cajón de bateo. El sandiegano recibió a Rubén Alanis con un incogible hacia la banda contraria, que dejó en el terreno a los avileños, 3-2.

«Sin duda alguna, este es el momento más bonito de mi vida profesional», le confesó Castellano a Efraín Zavarce para la transmisión de IVC Networks. Y probablemente, también haya sido el marco más vibrante para un Caracas-Magallanes en Valencia durante un lustro.


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