La mayoría de la miradas en el Mundial de Qatar estarán puestas en Lionel Messi. El argentino disputa su última cita ecuménica. En los últimos tres años se ha invertido la fórmula, la «Pulga» es más feliz con su selección que con sus clubes. A priori el grupo C parece un reto sencillo para la Albiceleste, pero puede ser una trampa. Más allá de la endeble Arabia Saudita, hay otros dos elencos con linaje. México que tiene como costumbre superar la primera fase y una Polonia con el Pichichi de LaLiga (España).
La Scaloneta y su Mundial
De un interinato a la gloria. Lionel Scaloni quedó en Argentina, tras el fracaso de Jorge Sampaoli. Encontró el equipo y le quitó a la Albiceleste el peso de dos décadas sin ganar títulos, al alzar la Copa América. Y no en cualquier escenario, sino en el Maracaná, donde comenzó la racha de finales perdidas. La gran figura del equipo es Lionel Messi; sin embargo, la virtud de la Scaloneta es jugar con la «Pulga» y no solo para él.
El recambio generacional se hizo de forma natural y de la vieja guardia solo quedan Ángel Di María y Nicolás Otamendi. En el proceso se abrieron paso los: Emiliano Martínez, Cristian Romero, Rodrigo De Paul y Lautaro Martínez. No será el elenco con la mejores individualidades ni el plan de partido más dominante, pero están invictos y caminaron la eliminatoria de Conmebol. Lo que sí será una dura baja es la ausencia Giovani Lo Celso, por lesión. El volante de Villarreal era un nexo entre la defensa y Messi. De igual forma son candidatos al Mundial.
Una cenicienta local
La primera selección en clasificar de Asia fue Arabia Saudita. Pero está muy lejos de repetir la actuación en su debut (1994), cuando superó la fase de grupos. El francés Hervé Renard ha hecho un gran trabajo con este combinado a nivel continental, pero una cita ecuménica exige otro nivel. En la Champions asiática los clubes saudí gobiernan y la gran base de su plantilla hace vida ahí. Hay que insistir, en la AFC son príncipes, pero fuera de ella plebeyos.
Por cercanía geográfica serán prácticamente locales. Su falencias las intentarán esconder con una preparación de varias semanas, mientras sus rivales recibirán a sus piezas con apenas días antes de iniciar la competencia. La gran figura de los «Halcones Verdes» es Salem Al-Dawsari, con pasado en el Villarreal. El extremo fue parte del convenio de LaLiga con el país árabe, donde hasta nueve futbolista fueron a suelo ibérico. Complicado que sume más de un punto en el torneo.
La novela del quinto partido
El fútbol en México está marcado por la idiosincrasia de un país novelero, como en su momento definió Oswaldo Vizcarrondo. La serie que nunca tiene final se titula: El quinto partido. El villano siempre es el entrenador de turno. En este caso el pérfido lo interpreta Gerard «Tata» Martino. El argentino se ha estancado en su juego, a pesar de clasificar relativamente «cómodo» en Concacaf, como segundo detrás de Canadá.
A la ausencias de Javier «Chicharito» Hernández y Carlos Vela, los dos mejores delanteros azteca de la pasada década, por motivos extra cancha. Ahora se le suma el descarte de Santiago Giménez, de gran andar en Países Bajos. De ñapa, no tendrán por lesión a Jesús Manuel «Tecatico» Corona. Todo el peso ofensivo caerá en Hirving Lozano. Aunque la experiencia la aportará Andrés Guardado, que disputará su quinto Mundial.
Lewandowski y su último Mundial
A lo largo de la historia Polonia ha tenido grandes atacantes: Grzegorz Lato, Kazimierz Deyna y Zbigniew Boniek. Pero más allá que cada época es diferente, Robert Lewandowski los ha superado. En la fase de clasificación de la UEFA marcó nueve dianas y repartió cuatro asistencias. En el repechaje contra Suecia también infló las redes. En su último Mundial es la gran esperanza de polaca.
¿Hay vida más allá de Lewandoski? Es cierto que los blanquirrojos cuentan con otros jugadores interesantes. Tales son los casos de: Wojciech Szczesny, Matty Cash, Piotr Zielinski, Arkadiusz Milik y Krzysztof Piatek. Sin embargo, su estructura defensiva es muy frágil. Si Czesław Michniewicz, DT de Polonia, no logra un equilibrio, no bastarán las dianas del «9» de Barcelona.
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