Alcides Escobar y la andragogía

Carlos Valmore
Carlos Valmore
Alcides Escobar | Foto: Fernando Oduber / Prensa Tiburones de La Guaira
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Es marzo, 2012, y Alcides Escobar se prepara para su segunda temporada como campocorto titular de Kansas City. En Surprise, reducto primaveral de los Reales sobre algún punto olvidado por Dios en el desierto de Arizona, se replica con eco una conseja: a Alcides le convendría administrar mejor sus swings.

El año anterior había sido uno de los cinco toleteros regulares con menor porcentaje de embasado (.290) en la Liga Americana porque su tasa de boletos recibidos (4.2) estuvo entre las más bajas para todas las mayores. “Un pelotero de mis características tiene que embasarse más y agarrar boletos. Eso lo sé”, admitía el infielder, con 25 años de edad recién cumplidos. “¡Pero me cuesta no hacer swing! ¡Me gusta hacer swing! Soy agresivo”, confesaba sin arrepentimiento el torpedero venezolano.

Escobar nunca curó su incontinencia en el home. Así, disparándole a todo cuanto se moviera hacia el plato, ha pasado 13 campañas como bigleaguer. Durante ese trayecto asistió a un Juego de Estrellas y fue Más Valioso en una Serie de Campeonato. Mal no le fue dándole palo a todo mogote.

La fruición de Escobar por hacer swing, y aquella conversación de Spring Training, vinieron a la mente, once años después, durante un turno encrucijada para los Tiburones de La Guaira y sus ansias finalistas.

Ahora venimos a 2023. Caracas, 16 de enero. Round Robin. Los escualos pierden seis a cuatro contra Cardenales de Lara en el noveno inning, pero el Universitario se solivianta cuando la combinación de dos hits y un error genera carrera para apretar el marcador, 6-5. Cero outs, hombre en segunda. Un triunfo dejaría a los litoralenses a la orilla de la final.


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Viene Alcides Escobar para encarar a un lanzador que le resulta, literalmente, familiar: Vicente Campos, su primo.

Alcides le va a tirar al primer pitcheo, presume. Lo deja pasar. Bola uno.

Para nuestro asombro, se abstiene con el siguiente. Dos y nada.

El tercer envío le gusta. Abanica. 2-1

Ignora el cuarto tiro. Al umpire le luce strike. 2-2.

Campos suelta lo que parece un slider. Alcides, a gatas, se defiende y da foul.

Finalmente, falla con elevado al bosque derecho.

El Alcides Escobar de 2012 difícilmente habría llegado a cuenta de dos y dos.

“He madurado mucho en esa parte porque llevo rato jugando, gracias a Dios”, dice Escobar desde sus 36 almanaques justo antes de entrar al clubhouse a alistarse para el combate frente a los Leones del Caracas. “Hay momentos cuando uno va con un plan al home, pero lo cambias. En ese turno el pitcher abre con dos bolas y luego me hace un lanzamiento bueno con el que creo me aceleré un poco por las ganas de darle duro a la pelota y lo fallé. Uno tiene que seguir aprendiendo de esas cosas pequeñas”.

La experiencia con los Tiburones, después de cinco zafras totalmente desconectado de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, le ha servido para desarrollar destrezas nuevas, entre ellas trasponer la línea imaginaria que parte en dos el infield para ir a defender la segunda base. Para un campocorto condecorado con el Guante de Oro en la Gran Carpa mirar el diamante desde la otra banda demanda adaptabilidad.

“Ha sido una experiencia bonita”, dice uno de los miembros más conspicuos del clan beisbolero de La Sabana, estado La Guaira. “Al principio estaba un poquito incómodo mientras me acostumbraba. Ya me siento mucho mejor haciendo dupla con Maikel García”.

Alcides y Maikel
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“Cuando llegué, Henry Blanco (mánager de los Tiburones) me preguntó si quería jugar shortstop y que, de ser así, podía colocarme unos días sí y otros no”, relata Escobar. “Le dije a Henry: ‘no quiero venir aquí a ser campocorto. Deja a Maikel García, quien está haciendo un excelente trabajo’. En Maikel me veo a mí mismo hace algunos años. Además, es mi primo y siempre lo motivo. Tiene un gran talento. La comunicación es primordial y nos llevamos bien”.

Escobar asegura que le habría cedido el fondo del abanico a cualquier otro jugador capacitado, aún sin parentela. “Con cualquier muchacho que hubiese estado ahí haciendo su trabajo me habría movido a otra posición sin problema alguno”.

Ese espíritu solidario, ese priorizar el bien común, ha contribuido a que La Guaira se aproxime a una instancia, la final, de la cual ha sido segregada en los últimos 11 años. Alcides Escobar, el campeón de Serie Mundial, cree. “Nunca debemos bajar la guardia”, sostiene. “Estamos motivados, con mucha mente positiva. Yo creo en mi equipo. Obtendremos el pase a la final haciendo las cosas bien”.

Este miércoles, durante el memorable juego entre Navegantes del Magallanes y Tiburones de La Guaira, Alcides Escobar tomó un turno durante el séptimo inning. Dejó pasar cinco lanzamientos. En 3 y 2 despachó línea de hit al left ¿Han escuchado hablar de la andragogía? Es educación para adultos. Serán los loros los que dejan de aprender al envejecer. Los seres humanos incorporan nuevos saberes y evolucionan durante todo su ciclo vital. Si no lo creen, miren a Alcides Escobar vencer la resistencia al cambio a los 36 para ser profeta en su tierra. 

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